jueves, 30 de septiembre de 2010

Libro IV, Capítulo 111 (2 de 4)

Patín ve la situación muy confusa. Cree que sus aliados están en peligro. Ordena a sus capitanes que ataquen con sus haces. Los insulofirmeños que advierten el ataque romano, contraatacan con las fuerzas de retaguardia. El choque de tanta hueste intensifica el desorden, la confusión y el desconcierto. Están tan apretados y revueltos que ni sitio tienen para manejar las espadas. Se traban con abrazos intentando derribarse de los caballos. Mueren muchos más pisoteados por los caballos que por heridas de arma. El estruendo es enorme y retumba por todos aquellos valles. [Aquí viene un inciso previniendo a reyes y grandes señores: antes de acometer empresas han de mirar bien las posibles desgracias e inconvenientes que le pueden acaecer a sus súbditos, como puede verse en el ejemplo del rey Lisuarte, tan sabio y discreto por lo general pero tan mal aconsejado en el conflicto que nos ocupa]
Agrajes lucha con denuedo. Su intención es enfrentarse al mismo Lisuarte. Lo divisa, por fin, entre la multitud: Lisuarte acaba de derribar a Dragonís de un lanzazo y está a punto de herirle con la espada. Agrajes le grita que se enfrente con él, su máximo odiador. Lisuarte se revuelve y se lanza contra Agrajes. Se juntan tanto que se quedan sin espacio para manejar las espadas. Agrajes suelta la suya y se abraza al rey con intención de derribarlo. Pero Lisuarte es fuerte y está a punto de vencer a Agrajes. En ese momento llegan compañeros en su apoyo: Perión, Florestán, Landín y Enil. También llegan, en apoyo de Lisuarte, Guilán, Norandel, Brandoibás y Giontes, el sobrino del rey. Todos se enfrentan espada en mano porque las lanzas ya están rotas. Cada bando intenta ayudar a su respectivo compañero, pero Agrajes y Lisuarte están tan fuertemente asidos que no los pueden separar. No se derriban porque sus amigos, cada uno por su lado, los sostienen, Llegan más caballeros, entre ellos Cuadragante que se lanza sobre la pareja. Agarra a Lisuarte y tira tan fuerte que casi derriba a los dos. No le golpea con la espada para no herir a Agrajes. Arbán de Norgales ve a Lisuarte en gran peligro y se abalanza sobre el grupo para abrazar con fuerza a Cuadragante. Así quedan los cuatro ( Agrajes, Lisuarte, Cuadragante y Arbán) agarrados entre si y rodeados de caballeros que combaten fieramente: Perión y los suyos, por un lado y Norandel y Guilán y los suyos, por el otro.

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