lunes, 23 de noviembre de 2009

Libro II, Capítulo 56

Beltenebros, tras la aventura, se despide de Leonoreta y de sus caballeros y doncellas. Vuelve con las doncellas de la Fuente y también se despide de ellas. Envía a Enil a Londres en busca de su primo Gandalín, para que le consiga nuevas armas y armadura para suplir las suyas, destrozadas en el combate. Conciertan el encuentro en ocho días, junto a la Fuente de los Tres Caños. Las doncellas continúan viaje hasta Miraflores donde hablan a Oriana de su encuentro con Beltenebros. La emoción embarga a Oriana al conocer que su amado está tan cerca.
Amadís vaga por el bosque. Llega junto a un arroyo y se tumba para descansar y meditar en la futilidad y mudanza de la vida. Cuando anochece monta en su caballo y parte a Miraflores. En la huerta del castillo encuentra a Durín y Gandalín que le sujetan el caballo. Le ayudan a escalar el muro. En lo alto ya le esperan Oriana y Mabilia. Los dos amantes se abrazan, se besan, ríen y lloran de emoción... Mabilia los conduce hasta los aposentos de Oriana y allí los deja solos. Ocho días con sus noches permanecen encerrados en los aposentos. Gandalín va y viene de Londres a Miraflores trayendo noticias de la corte. Enil trae las nuevas armas de Amadís.
El rey Lisuarte está reclutando caballeros para su batalla contra el rey Cildadán: Florestán, Agrajes, Galaor, Galvanes sin Tierra,... Todos le hablan de un nuevo campeón: Beltenebros. Algunos incluso hablan de que es superior a Amadís, con gran enojo de sus hermanos. A palacio llega un viejo escudero acompañado de dos jóvenes. El viejo saluda al rey en griego. Abre una caja forrada con láminas de oro y saca de su interior una espléndida espada y un tocado de flores. El viejo explica que la espada solo la puede desenvainar aquel caballero que ame verdaderamente a su amada. Si es así, la hoja de la espada cambia de color tornándose limpia y clara. Y el tocado, de flores todas distintas, si se coloca en la cabeza de la amada se transforma y todas las flores se vuelven verdes y hermosas. El escudero declara que lleva sesenta años buscando a ese caballero y a su dama, recorriendo cortes de reyes y emperadores, para servirlos. Explica que la vaina está fabricada con el hueso de una serpiente alada que vive en el mar que separa Tartaria de La India. El tocado es de flores de árboles de Tartaria, de una ínsula a quince leguas de la costa que está protegida por un remolino tan violento y peligroso que pocos hombres se aventuran a atravesarlo para recoger esas flores. El escudero se presenta como sobrino de Apolidón, hijo de Ganor y de una hija del rey de Canonia. Siendo joven aspiró a a ser caballero, pero sólo si era armado por el caballero que fuera el más leal amador del mundo entero.. Pensó que pronto lo encontraría. Pero ya llevaba sesenta años de búsqueda infructuosa. Además, como seguía siendo escudero, no podía ocupar el trono de su padres que por derecho le correspondía. Gandalín que ha escuchado toda la historia, corre a Miraflores para contársela a Beltenebros. Amadís le propone a Oriana que acudan a Londres para ganar ambos trofeos. Así quedan mutuamente confortados, apartando por siempre todas las dudas que los han atormentado. Acuerdan presentarse en la corte con los rostros cubiertos para evitar que los reconozcan, Envían a Enil a la corte con un mensaje para Lisuarte pidiendo que les permita probar la espada y el tocado sin identificarse de antemano.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Libro II, Capítulo 55

Amadís se recupera rápido en casa de las monjas. Envía a Enil al pueblo cercano para que le consiga nueva armas. Llega Durín en busca de unas joyas olvidadas por la Doncella de Dinamarca y le anuncia la noticia del inminente combate entre Lisuarte y Cildadán y del desafío de Famongomadán. Esto último llena de ira a Amadís. Durín regresa a Miraflores. Amadís, ya armado, emprende el camino acompañado de Enil. Por la noche se cobijan en la casa de un anciano caballero. Reemprenden la marcha al día siguiente. Amadís lleva siempre la cara cubierta por el yelmo para impedir que lo reconozcan. Ocho días después se encuentran con un caballero que se interpone en su camino. Amadís reconoce el escudo, pues era uno de los expuestos en la cámara defendida de la Ínsula Firme: es Don Cuadragante, que le pregunta si es un caballero de Lisuarte y se declara enemigo de todos ellos. Amadís se presenta como Beltenebros, caballero no vasallo de Lisuarte pero simpatizante del rey. Luchan. Beltenebros resulta herido en un pectoral, y Cuadragante en el costado y cae a tierra. Se levanta y hiere al caballo de Amadís y lo hace caer. Siguen la lucha a pie, con espadas, durante varias horas. Al final, tras un certero golpe de Beltenebros, Cuadragante cae desvanecido. Amadís le arranca la promesa al vencido de que acudirá a la corte del rey Lisuarte a retirar su desafío y que perdonará a Amadís por la muerte de Abiés.
Beltenebros sobre el caballo de Cuadragante y Enil continúan viaje. Se topan con cuatro doncellas que han contemplado el combate. La más principal le convida a descansar y curar de sus heridas en su castillo. Pasan tres días antes de seguir su camino. Por la noche se alojan en casa de un hombre bueno y al día siguiente llegan a los alrededores de Londres. Se encuentran a un grupo de caballeros y doncellas que han acampado cerca de un río. Los caballeros están justando e invitan a Amadís a unirse a ellos. Beltenebros declina la oferta y los otros le llaman cobarde. Siguen su camino para encontrar un vado por donde cruzar. En ese momento les alcanza una de las doncellas. Les dice que la envía Leonoreta, la hija del rey Lisuarte, que le pide que luche por ella. Beltenebros accede y regresan con el grupo. En el primer encuentro Amadís derriba al caballero en el primer encuentro y lo deja tendido con la cadera y tres costillas rotas. Luego derriba fácilmente al segundo y tercer caballero. Al cuarto le rompe escudo y brazo. Al quinto, Corazón el de la Puente Medrosa, uno de los mejores justadores del momento, lo derriba en el segundo encontronazo. Beltenebros recoge los caballos de los vencidos, que ahora son suyos y se los envía a Leonoreta. Los caballeros vencidos ( Nicorán, Galiceo, Giontés el sobrino del rey, Lasamor el de la cadera rota y Corazón) reconocen que se trata de un gran caballero solo comparable a Amadís. Beltenebros continúa la marcha y se encuentra con tres doncellas descansando junto a una fuente. Le dicen que van camino de Miraflores a visitar a su tía, la abadesa del convento, y a Oriana, la hija del rey. Beltenebros se ofrece para escoltarlas. Amadís envía a Enil a Londres para que hable con Gandalín. Acuerda reencontrase con él en cuanto vuelva de sus gestiones en Londres junto a esa fuente, la de los tres caños.
Aparece un carro tirado por doce caballos y guiado por dos enanos, lleno de caballeros prisioneros y cargados de cadenas y de doncellas que gritan asustadas. Dos gigantes fuertemente armados custodian el carro. Amadís reconoce a uno de ellos: es Famongomadán. Las tres doncellas se esconden asustadas. Este Famongomadán tiene por costumbre degollar doncellas en honor a un ídolo que tiene en su isla del Lago Ferviente. Beltenebros reconoce entre los prisioneros a Leonoreta y a los caballeros y doncellas que la acompañaban. A pesar de su cansancio decide enfrentarse a los gigantes. Se lanza contra Famongomadán y le clava la lanza en la barriga y lo atraviesa. El gigante tiene tiempo de lanzarle un venablo que mata a su caballo. Antes de morir pide auxilio al otro gigante, Bagasante, su hijo. Éste se lanza sobre Amadís blandiendo un hacha. Beltenebros lo esquiva y le hiere en la pierna con su espada. En un segundo encuentro, Bagasante le clava el hacha en el escudo y Amadís logra herirle en el brazo pero su espada se rompe en el envite. Beltenebros desclava el hacha de su escudo y el gigante desenfunda su espada. En el tercer encuentro, Amadís le rompe el yelmo de un hachazo y Bagasante le corta la coronilla del casco sin llegar a herirle, aunque su espada queda rota. Beltenebros aprovecha para hendir el hacha en la cabeza del gigante llevándose una oreja y media quijada. El gigante le hiere en la pierna con la media espada que le queda antes de caer mortalmente herido. Agoniza en el suelo y Amadís lo remata. Se pone el yelmo de Basagante y monta en el caballo del gigante. Se acerca al carro y libera a doncellas y caballeros. Les pide que lleven los restos de los gigantes ante el rey de parte de Beltenebros, caballero que quiere estar a su servicio.
La comitiva llega a Londres y coincide con la arribada de Cuadragante. Lisuarte se maravilla de tan esforzado y desconocido caballero.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Libro II, Capítulo 54

El rey Lisuarte estaba comiendo con Galaor, Florestán y Agrajes cuando llega un caballero armado con la cara cubierta. Desafía al rey y a sus vasallos de parte de Famongomadán, jayán del Lago Hirviente, y de Cartadaque, jayán de la Montaña Defendida y sobrino de Famongomadán, de Arcaláus el Encantador y de Cuadragante, hermano del rey Abiés. Dice que todos ellos van a ayudar al rey Cildadán en la disputa que tiene con Lisuarte, salvo que éste acceda a ceder a Oriana como doncella de Madasima y futura esposa de Bagasante, hermano de Madasima. Si accede, se comprometen a ser sus aliados en su lucha contra Cildadán. Lisuarte rechaza la proposición y le pide una dirección a la que enviará a uno de sus caballeros para que de cuenta de su negativa. El misterioso caballero le dice que lo envíe a la ínsula Monganza, en el Lago Ferviente. El caballero se llama Landín y es sobrino de Cuadragante. Declara su intenso deseo de matar a Amadís, que mató a su vez al rey Abiés. Florestán se le encara y se ofrece a sustituir a su hermano en ese combate.
Lisuarte envía al caballero Filispinel en compañía de Landín para que responda al desafío
El rey llama a su hija Leonoreta para que cante la canción que Amadís compuso en su honor. (Años antes, por broma, Leonoreta le pidió a Amadís que fuera su caballero. Leonoreta le entregó un prendedor de oro y a cambio Amadís, le compuso el villancico).
Galaor, Florestán y Agrajes deciden acompañar a Corisanda a su castillo antes de que ocurra la batalla contra el rey irlandés. Gandalín acude a Miraflores. Coincide allí con la Doncella de Dinamarca que trae la carta de Amadís para Oriana. La princesa lee la carta y la alegría la embarga. Le dan a Durín los duplicados de las llaves y le explican el camino que debe tomar. Durín parte en busca de Beltenebros.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Libro II, Capítulo 53

Galaor, Florestán y Agrajes acordaron separarse y partir en busca de Amadís. Pasado un año debían reunirse en una ermita cercana a Londres para compartir el resultado de sus pesquisas. Allí se reunen los tres junto a Gandalín. Su búsqueda ha sido infructuosa. Deciden ir a Londres y si no hay buenas noticias, seguir sus indagaciones. Se entrevistan con Lisuarte que les dice que no hay vislumbre de Amadís. Las amadas de Florestán (Corisanda) y Agrajes (Olinda) se regocijan por su llegada. Oriana y Mabilia, con permiso de Lisuarte, deciden ir al castillo de Miraflores a esperar las noticias de la Doncella de Dinamarca. El rey les pide a los tres caballero que antes de reanudar sus averiguaciones, le ayuden en una batalla que tiene pendiente con el rey Cildadán de Irlanda, yerno del rey Abiés. La razón de la disputa son unas parias que Irlanda se niega a pagar a Gran Bretaña.
Oriana, Mabilia y otras dueñas, escoltadas por Grumedán, parten hacia Miraflores. Les recibe Adanasta, la abadesa del monasterio contiguo y guardiana de las llaves del castillo. Oriana le encarga a Gandalín que haga una copia de las llaves para que Amadís disponga de ellas cuando regrese.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Libro II, Capítulo 52

La Doncella de Dinamarca permaneció diez días en Escocia sin hallar noticias de Amadís. Se despide de los reyes y retorna a Londres. Durante le viaje por mar le alcanza una tormenta que desvía al barco de su rumbo. Tienen que atracar en una isla que resulta ser la Peña Pobre. Varios marineros la conocían y también a su morador, el ermitaño Anadalod. Enterada de ello, la Doncella de Dinamarca decide desembarcar y encargarle unas misas al eremita en agradecimiento por haber evitado el naufragio. Beltenebros, flaco y extenuado por su penitencia, yacía bajo los árboles, llorando junto a una fuente. Se levanta y se acerca a la ermita para rezar. Los visitantes también se aceran a la ermita. Son la Doncella de Dinamarca, Durín y Enil. Beltenebros los reconoce y, de la emoción, se desmaya. El ermitaño lo lleva a su cama pensando que está agonizando. La Doncella de Dinamarca se interesa por él y se ofrece para cuidarlo. Está un rato curando sus heridas y al poco repara en su cara y lo reconoce. Se arrodilla ante él y le entrega la carta de Oriana, donde le imploraba su perdón por sus infundadas sospechas. Amadís decide volver con su amada Oriana. Se despide de Analadod y marcha con el resto. Como está muy débil, deciden dejarlo en compañía de Enil, sobrino de Gandales, que le servirá de escudero. La Doncella de Dinamarca y Durín se adelantan para dar la buena nueva en la corte de Lisuarte.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Libro II, Capítulo 51

En la Peña Pobre, Beltenebros conversa con el ermitaño. Le cuenta sus pesadillas y el viejo las interpreta. Intenta consolarlo, pero Beltenebros persiste en su idea de penar en la isla de por vida. De tanto en tanto, Beltenebros va a pescar a una ribera cercana acompañado por dos mozos, sobrinos del ermitaño.
Una noche que estaba penando bajo los árboles, Beltenebros oye tañer unos instrumentos. Se acerca y descubre que son doncellas. Ellas le piden cobijo para su señora. Beltenebros les ofrece su propia casa. Llega la señora que se arroja llorando sobre la cama. Las doncellas le explican que se trata de Corisanda, la reina de la ínsula de Gravisán y pena por el amor de Florestán, hijo de la Condesa de Selandia y hermano de Amadís. Éste no desvela su identidad, se prersenta como Beltenebros aunque les dice que conoce a Florestán. Al enterarse, Corisanda habla con él para que le de nuevas sobre su amado. Corisanda y su séquito se quedan cinco días en la isla y luego continúan viaje hacia Londres, en busca de Florestán. En Londres se reune con la reina que le explica que su amado está buscando a su hermano Amadís y hasta que no lo encuentre no retornará a Londres. Corisanda le relata su estancia en la Peña Pobre y su encuentro con el caballero que en ella pena. Las doncellas de Corisanda cantan para la reina y Mabilia una canción compuesta por Beltenebros para expresar su tristeza. Tras escucharlas, Mabilia interroga a las doncellas sobre ese misterioso caballero. Ellas se lo describen minuciosamente y Mabilia se da cuenta que se trata de Amadís. Con prontitud, le cuenta a Oriana su descubrimiento. Deciden enviar a la Doncella de Dinamarca para confirmarlo en cuanto vuelva de su viaje a Escocia.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Libro II, Capítulo 50

Guilán el Cuidador se dirige a Londres con las armas y el escudo de Amadís. Se tropieza con dos caballeros, sobrinos de Arcaláus, que reconocen el escudo de Amadís y se enfrentan a Guilán. Éste mata a uno y al otro le obliga a huir a la montaña. Aunque queda herido levemente, prosigue su camino sin más contratiempo. Pasa la noche en casa de un amigo que le repone su lanza rota. Continúa su viaje al día siguiente. Llega al río Guiñón, ancho y caudaloso. Se dirige al puente y encuentra a su primo Ladasín, que intenta cruzarlo pero se lo impide un caballero que guarda el paso. Ladasín se enfrenta al caballero pero cae al agua. Por fortuna, Guilán y sus escuderos lo salvan de morir ahogado. El caballero coge el caballo del vencido y lo encierra en una torre cercana. Guilán, a pesar de la prisa que tiene, decide vengar a su primo. Se enfrenta al caballero y lo derriba. Éste cae al agua aunque sus escuderos consiguen sacarlo con rapidez. Siguen luchando a espada, primero a caballo y luego a pie. El caballero es Gandalod, hijo de Barsiñán, Señor de Sansueña. Odia a Lisuarte y a todos sus caballeros. Ese es el motivo por el que defiende el puente: para enfrentarse y vencer a cuanto caballero de Lisuarte intente pasar. Tras una encarnizada lucha, Guilán vence. Le arranca la promesa al vencido de que acudirá a Londres para postrarse ante Lisuarte. En la torre cercana, cuatro caballeros de Lisuarte, prisioneros de Gandalod, consiguen liberarse tras una esforzada lucha con los hombres del de Sansueña. Guilán toma posesión de la Torre, a la que tiene derecho por derrotar a Gandalod, y les pide a los cuatro caballeros que le guarden la fortaleza mientras el cumple con su misión de llevar las armas de Amadís a Londres. Ya en la corte les cuenta a los reyes su hallazgo y sus temores acerca de la suerte de Aamadís. Al conocer tan malas nuevas, Oriana se desespera.
También llegan las doncellas de Guilán que relatan su encuentro con Gandalín. Llega Ladasín junto con los cuatro caballeros y custodiando al prisionero Gandalod. Lisuarte, al conocer su perfidia, le condena a muerte. Lo defenestran desde lo alto de la torre a cuyo pie quemaron a Barsiñán.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Libro II, Capítulo 49

Durín llega a Londres y le cuenta a Oriana el resultado de sus gestiones. La recrimina por su carta y le relata sus funestas consecuencias. Le asegura que Amadís le ha sido siempre fiel. Oriana, al percatarse de su error, cae fulminada. La Doncella de Dinamarca y Mabilia la atienden con presteza. Como Amadís mencionó mucho a su padre adoptivo Gandales, creen que puede haber buscado refugio en su casa. Allí envían a la Doncella de Dinamarca con una carta de Oriana implorando su perdón. La doncella de Dinamarca va acompañada por Durín, su hermano, y por Enil, su sobrino. Embarcan en Vegil y llegan al puerto escocés de Poligez, cerca del castillo de Gan. Se acercan a la fortaleza y pronto se dan cuenta de que Amadís no ha pasado por esos lares. Nada cuentan de los pesares de Amadís y comparten otras noticias y agasajos.

Libro II, Capítulo 48

Galaor, Agrajes y Florestán descubren la desaparición de Amadís. Hablan con Ysanjo que les cuenta lo que sabe. Van al bosque. Encuentran a Patín y a sus escuderos. Patín está tan débil y desfallecido que no pueden hablar con él. Sus escuderos les cuentan el combate disputado con el Señor de la Ínsula Firme. Continúan la búsqueda de Amadís, sin éxito, por lo que deciden hacerla por separado. Acuerdan reunirse en la corte de Lisuarte el día de San Juan. Amadís ya había abandonado el bosque, atravesó campos, valles y montañas hasta llegar a una ribera donde descansó. Gandalín que lo seguía discretamente, se acuesta a sus pies. Luego le sugiere que quizás Oriana está mal informada y se ha equivocado con respecto a Amadís. Éste se enfada con su escudero por dudar de su amada. Cuando Gandalín duerme, Amadís se escapa, ocultando antes el caballo de su escudero. Amadís atraviesa un bosque hasta una fuente. Junto a ella descansa un viejo. Hablan. Amadís se muestra desesperado y apesadumbrado. El viejo le explica que es un ermitaño que vive en la pobreza de la caridad de las gentes, totalmente solo, en una isla situada a siete leguas de la costa. Amadís le pide que le deje acompañarle a la islita para hacer penitencia junto a él, lo que le quede de vida. Amadís tiene una pesadilla: ve a Oriana cercada por el fuego en un palacio y Amadís logra salvarla. El anciano le despierta y le anima a acompañarlo a su isla. Cuando le pregunta su nombre, Amadís le ruega que le ponga uno nuevo. El viejo lo llama Beltenebros (porque es un mancebo bello y apuesto pero esta sumido en las tinieblas de la angustia y la desesperación). Llegan a la costa y unos marineros los acercan hasta la isla, llamada Peña Pobre. Allí se quedan.
Mientras tanto, Gandalín descubre al despertar que su amo le ha abandonado. Como le había escondido el caballo y los arreos, tarda mucho en reanudar la búsqueda. Recorre el bosque y llega a la fuente donde descubre las armas que su señor ha abandonado. Están custodiadas por dos doncellas: eran cautivas de Gandinos el Follón. Fueron liberadas por Guilán el Cuidador y lo acompañaban desde entonces. Guilán había reconocido las armas de Amadís y, temiendo lo peor, les había encomendado que las custodiaran y las llevaran a la corte del rey Lisuarte. Gandalín decide continuar su búsqueda.