jueves, 23 de septiembre de 2010

Libro IV, Capítulo 109 (4 de 4)

Llegan ante Perión. Amadís le dice a su padre que va a armar caballero a Gandalín pero quiere que sea el rey quien le de la espada. Perión reconoce el caballo de Galaor y le pregunta a Gandalín por su hijo. Gandalín le pone al corriente de la evolución del enfermo. Le han ocultado que van a enfrentarse a Lisuarte para no perjudicar su convalecencia.
Durín le entrega una espada a Perión. Amadís nombra caballero a Gandalín. Le coloca la espuela derecha mientras Perión le ciñe la espada. La emotiva ceremonia concluye con parabienes de todos los presentes.
Bruneo arma caballero a Lasindo y Agrajes le ciñe la espada. 
Estos dos caballeros noveles van a hacer tan buen papel en la batalla que se avecina  y ganarán tanta honra y prestigio que les bastará para el resto de sus vidas.
Las tropas continúan su camino. En poco tiempo ambos bandos quedan a la vista. Amadís ve que frente a él está la enseña de Roma. Se alegra porque así no tendrá que luchar directamente con Lisuarte, por quien todavía siente algo de consideración, en recuerdo de los viejos tiempos y por ser el padre de su amada. No piensa lo mismo Agrajes, pues desde la derrota de Mongaza, odia profundamente a Lisuarte y quiere tener una cumplida venganza.
A punto de iniciarse la batalla y con los sonidos de trompetas y añafiles, llega un escudero desde el bando romano. Pregunta por Amadís. Es el escudero de Gasquilán de Suesa y trae un mensaje de su amo: le propone a Amadís una justa previa a la batalla porque está deseoso de enfrentarse al mejor caballero del mundo. Amadís acepta el desafío.
El porqué de este reto se explica en el siguiente capítulo.

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