sábado, 4 de septiembre de 2010

Libro IV, Capítulo 106 (2 de 4)

El rey Lisuarte, que aprecia a Enil, viendo el cariz que toman los acontecimientos y para evitar las represalias de Patín, toma a Enil de la mano y lo lleva a su tienda para que descanse, cene y esté protegido. Patín se retira sañudo. Arquisil, acompañado de Enil, va a su tienda y recoge sus cosas, se arma y junto a Enil se va del campamento. Llegan a la Ínsula Firme sin novedad. Arquisil se sorprende de las numerosas tropas que ahí acampan ( acababa de llegar el ejercito del Emperador de Constantinopla), pero nada dice que demuestre su asombro. Enil lo conduce ante Amadís, que lo recibe con cordialidad. Durante 4 días, Amadís presenta a Arquisil a cuanto caballero se pone por delante. Arquisil se maravilla ante tal concentración de caballeros de fama bravos y de calidad. Se da cuenta de que se avecina una confrontación que será recordada por los siglos de los siglos, que Patín va a necesitar a sus mejores hombres para salir airoso de este enfrentamiento y que él mismo se va a perder la ocasión de su vida y de su carrera caballeresca. Esta última idea le apesadumbra. Decide tentar las intenciones de Amadís. Lo encuentra en la tienda del rey Perión, reunido con otros caballeros. Arquisil pide permiso para hablar y Perión se lo concede. Arquisdil cuenta como luchó contra Amadís y como fue vencido. Cuenta como le perdonó la vida con nobleza y como quedó obligado a él. Ahora está ahí cumpliendo esa obligación. Arquisil le ruega a Amadís, apelando a su nobleza, que le permita participar en la inminente batalla y servir como es debido a su señor, Patín. Luego, si sobrevive, Arquisil se compromete a regresar y ponerse a disposición de Amadís. Éste acepta su propuesta y le permite volver con Patín.

No hay comentarios:

Publicar un comentario