domingo, 30 de mayo de 2010

Libro IV, Capítulo 85

Amadís, preocupado por el desenlace de esta controvertida acción bélica, convoca a reunión a todos sus caballeros en la posada de Cuadragante. Les habla: "A pesar de que podríais disfrutar en vuestros países de origen de una vida regalada y llena de placeres y bienes, habéis elegido ser caballeros andantes, oficio que poco provecho económico os ha dado y en cambio os ha acarreado graves heridas y un riesgo constante de muerte. Y ahora tras el gran acto de heroísmo al rescatar a Oriana de la felonía que planeaban para ella Lisuarte y Patín, ¿qué debemos hacer?"
Tras el discurso de Amadís, todos permanecen callados hasta que Cuadragante rompe el silencio. Quiere dar su opinión. Agrajes le anima a que la manifieste. Cuadragante dice que se envíe un mensaje a Lisuarte explicando su acción, que están obligado a defender a doncellas que vean forzada su voluntad. Le darán a Lisuarte la oportunidad de reconocer su error y si hace justicia con su hija, se la devolverán. En cuanto a los caballeros de la Ínsula Firme, deben estar preparados para cualquier contingencia, pues desconocen cual será la respuesta de Lisuarte. Por tanto, no estaría de más avisar a príncipes amigos y parientes para que les auxilien si fuera necesario.

jueves, 27 de mayo de 2010

Libro IV, Capítulo 84

Grasinda, conocedora del regreso de la victoriosa expedición, se engalana y sale a recibirlos. Oriana le pregunta si esa es la que ganó la corona a la más bella con el Caballero Griego. Bruneo se lo confirma. Desembarcan a las damas: a Oriana, Cuadragante y Agrajes; a Sardamira, Florestán y Angriote; a Mabilia, Amadís; a Olinda, Bruneo y Dragonís; al resto de doncellas, otros caballeros. Oriana y Grasinda se abrazan cordialmente. Grasinda se sorprende de la belleza de Oriana y la ensalza ante Amadís, más satifecho que un ocho. Oriana, azorada, se retira con Olinda. Llegan al castillo. A Oriana la alojan en la Torre de la Huerta, el mejor sitio del castillo (donde Apolidón hizo sus mejores encantamientos y donde residía habitualmente). La torre tiene tres plantas, con tres habitaciones en cada una. Está plantada en medio de una huerta que está rodeada de un alto muro de canto y betún. Hay muchos y frondosos árboles en la huerta, tanto frutales como ornamentales. Y fuentes, y flores,... La cara interna del muro está forrada de varios portales d los que penden redes doradas por donde entresale la vegetación. El suelo está enlosado con piedras preciosas traída de Oriente: unas rojas como rubíes, otras blancas como cristal. Cuatro fuentes rodean la huerta. De ellas mana el agua de las montañas que sale por cañerías de cobre con formas de animales para vertirse en pilas doradas y redondas. Esta agua sirve para regar la finca. Allí se aposentaron Oriana y Mabilia junto con otras damas. Amadís dispuso que fueran atendidas por un numeroso grupo de dueñas y doncellas. Oriana pidió que ningún caballero entrara en la huerta para preservar su intimidad hasta que ella consiguiera el perdón de su padre. Amadís accede por mantener el buen nombre de su amada, a pesar de su deseo de estar con ella. El resto de caballeros se distribuyen por la Ínsula, donde son atendidos y agasajados, todo a cuenta del pecunio de Amadís, derivado de las rentas que le proporciona la Ínsula Firme y de las generosas donaciones de su madre.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Libro IV, Capítulo 83

Los caballeros de la Ínsula Firme se reunen en consejo en la nao de Florestán. Deciden volver a la Ínsula. Agrupan a todos los presos en una nave al mando de Gavarte del Val Temeroso y de Landín, el sobrino de Cuadragante. En otro barco, que irá al mando de Gandales y Sadamón, colocan el botín. El resto de caballeros viajará en sus respectivas naves. Zarpan de vuelta a casa. Angriote y Bruneo informan a Oriana de los panes. A golpe de trompeta, el viaje de retorno se inicia con grandes alegrías y alharacas.
[Mira Lisuarte lo que ha ocurrido. Tú que llegaste a lo más alto y que por tu cerrazón estás a punto de caer a lo más bajo...]
A los siete días llegan a la Ínsula Firme. Son recibidos con entusiasmo por el pueblo, que ya había sido informado de la gran victoria y del rico botín.

martes, 25 de mayo de 2010

Libro IV, Capítulo 82

La batalla naval acabó. Salustanquidio ha muerto. Brojandel de Roca, el arzobispo de Talancia, el duque de Ancona y otros notables romanos han sido hechos prisioneros. En la nave donde Salustanquidio yace muerto, sus soldados y amigos manifiestan su duelo estentóreamente. Los hombres de Agrajes que los custodian no saben como acallar el bullicio. Amadís ordena colocar el cadáver en un arca y sepultarlo. También decide perdonar la vida a los vencidos. El murmullo de los llantos llega a la nave de Oriana. Allí está Sardamira que desconocía la suerte de Salustanquidio. Al enterarse, llora desconsolada y se lamenta con grandes voces. Oriana, que le ha perdonado por su actuación en la misión imperial y que, en el fondo, la aprecia, llama a Mabilia para que intente consolar a la reina. Mabilia habla con ella, y aunque no logra mitigar su dolor, le asegura que Oriana velará por ella salvaguardando su integridad física y su honor.

sábado, 22 de mayo de 2010

Libro III, Capítulo 81 (3 de 3)

Amadís, Cuadragante, Listorán y Landín se embarcan en la galera de Enil y se dirigen hacia la partte de la batalla donde pelea Florestán. Por el camino se topan con uno de los barcos de Florestán, al mando de Ysanes, un pariente suyo por parte materna. Ysanes les anuncia la victoria de Florestán. Ha capturado al duque de Ancona y al Arzobispo de Talancia. Amadís ordena que su flota se reagrupe alrededor de la nao romana con el estandarte imperial y hacer un consejo. Hacen balance de la batalla: ningún barco romano, incluidos bateles y botes, ha escapado. Ha sido una victoria completa. Bondajel de Roca espera preso en la galera. Sardamira le pide ayuda a Oriana para que no la maten o la deshonren y reclama a Florestán como su valedor. Florestán accede gustoso a serlo. Amadís se acerca y tranquiliza a la reina: si tiene a Florestán como valedor, nada tiene que temer. Florestán le dice a Sardamira que se trata de Amadís. Sardamira lo reconoce y elogia. Amadís la lleva junto a Oriana y charla con Mabilia. Oriana perdona a Sardamira por los malos ratos pasados porque sabe que hizo todo obligada por el Emperador. Llegan Agrajes y Olinda. Oriana se levanta presurosa para abrazarla. Y recibe cordialmente a Agrajes y a sus acompañantes, en especial a Gavarte del Val Temeroso. Amadís y Oriana decien, por el momento, mantener sus amoríos en secreto hasta llegar a la Ínsula Firme. Los caballeros discuten donde llevar a Oriana: a la Gaula, a Escocia, a la Ínsula Firme,...Llega Mabilia y les transmite el deseo de Oriana: quiere ir a la Ínsula Firme hasta que su padre la perdone. Todos los caballeros le prometen que estarán a su servicio hasta ser restituida en su reino. Cada uno retorna a su barco correspondiente. Escoltando a Oriana quedan Bruneo, Landín de Fajarque, Gordán (el hermano de Angriote), Sarquiles (el sobrino de Angriote), Orlandín (el hijo del conde de Irlanda) y Enil ( que tenía tres heridas pero callaba porque era sufrido y esforzado).
Y así la flota emprende el camino de retorno a la Ínsula Firme.

Y con este épico final concluye el TERCER TOMO de AMADÍS de GAULA.

viernes, 21 de mayo de 2010

Libro III, Capítulo 81 (2 de 3)

Los romanos, intuyendo malas intenciones de la flota que se les avecina, se preparan para la defensa. Distribuyen a los ballesteros. Brondajel está en la nave que lleva a Oriana. El primer grupo de la Ínsula Firme aborda la nave de Salustanquidio. El segundo grupo ataca la nave donde van el duque de Ancona y el Arzobispo de Talancia. El grupo de Amadís aborda la nave que porta el estandarte imperial. Le pide a Angriote que luche a su lado. Éste acepta sin dudar, por supuesto. Amadís intenta abarloar su nave con la imperial, pero los romanos lo impiden con flechas, lanzas, piedras, garfios y otros utensilios. Tantiles de Sobradisa, mayordomo de Briolanja, tiene una idea: lanzar desde el castillo una pesada ancla atada con una gruesa cadena para trabarla en la otra nave y, tirando, juntar los dos barcos. Ponen en práctica la idea con éxito. Amadís salta al abordaje flanqueado por Angriote y Bruneo. Aunque cae de rodillas sobre la cubierta enemiga, se levanta con rapidez. Sus compañeros le animan gritando su nombre. Lo oye Mabilia que corre a avisar a Oriana de que Amadís está a bordo para rescatarla. Amadís lucha con Brojandel de Roca, le golpe con la espada n el yelmo y Brojandel cae al suelo. Le quita el yelmo y le golpea en la cara con l pomo de su espada mientras le pregunta por el paradero de Oriana. Brojandel le señala el camarote cerrado. Amadís, con ayuda de Angriote y de Bruneo, derriba la puerta. Encuentran a Oriana y Mabilia. Amadís y Oriana se abrazan. Amadís sale a terminar la batalla. Da orden a Landín de Fajarque de que no se mate a aquellos romanos que se rindan.
Amadís pasa a la galera de Enil y Gandalín y abordan la gran nave de Salustanquidio, que ya había sido abordada por Agrajes. Cuadragante, que ya estaba a bordo, ayuda a Amadís a subir a la nave. Agrajes pelea con saña. Los romanos, al ver a Amadís, huyen arrojándose al agua o en pequeños botes hacia los barcos que todavía no han sido abordados. Agrajes lucha con Salustanquidio y le hiere en el brazo. Salustanquidio cae al suelo y pide clemencia. Agrajes, que ama profundamente a Olinda, no está dispuesto a perdonar al romano y le corta la cabeza. A continuación se reune con su amada Olinda.

Libro III, Capítulo 81 (1 de 3)

El rey Lisuarte está determinado a entregar a su hija a los romanos. Nada le hace cambiar de opinión. Intenta convencer a su hija por las buenas sin éxito. Airado, habla con su esposa, la reina, para que lo intente, cosa que hace muy a su pesar. Tampoco Brisena consigue convencer a Oriana, que del disgusto y la pena se queda traspuesta por un vahido. El rey dispone que la embarquen en ese estado. Olinda, de rodillas y llorando, le implora al rey que la envíe de vuelta con su padre, que ella tampoco quiere ir Roma. Lisuarte, inflexible, también la obliga a embarcar. Las acompañan Mabilia y la Doncella de Dinamarca. Con lágrimas en los ojos, Lisuarte se despide de su hija. Está triste pero firme en su decisión. La encomienda a Salustanquidio, Brojandel de Roca y al Arzobispo de Talancia. Se va dejando a todas las doncellas tristes y llorosas. Salustanquidio y Brojandel deciden encerrar a Oriana junto a Mabilia en un camarote ricamente ornado. El resto de damas se quedan con Sardamira. Salustanquidio, muy enamorado de Olinda, se la lleva a su nave junto a unas pocas doncellas. Con todo dispuesto, zarpan hacia Roma. Colocan la enseña imperial en el mástil de la nave que lleva a Oriana. Al poco de iniciar viaje aparece la flota de la Ínsula Firme, por babor. Vienen en tres grupos que pugnan por abordar la nave imperial y ser los primeros en liberar a Oriana: En el primero van Agrajes, Cuadragante, Dragonís y Listorán de la Torre Bermeja; en el segundo, Florestán, Gavarte del Val Temeroso, Orlandín e Ymosil; en el tercero va Amadís.

sábado, 15 de mayo de 2010

Libro III, Capítulo 80 (4 de 4)

Los tres romanos caen en el primer encuentro. Grumedán y sus compañeros quedan a caballo, ilesos, salvo el Caballero de las Armas Verdes (Bruneo, en adelante el CAV) que sufre una pequeña herida en el costado izquierdo. El CAV le dice a Grumedán que, puesto que los romanos han caído al suelo, descabalguen y continúen la lucha a pie. Así lo hacen. Los romanos se defienden con dureza. Grumedán, empujado por su enfado, se adelanta y queda más expuesto a los golpes. De pronto sufre una grave herida. Sus compañeros reaccionan, redoblan sus golpes y acuden en su ayuda. En poco tiempo los romanos quedan extenuados, sangrando por múltiples heridas, con los escudos rotos y los yelmos abollados. Maganil, viéndose perdido, se retira bajo la ventana de la reina para pedir clemencia. Le persigue el Caballero de los Veros de Oro y Plata (Angriote, en adelante el CVOP) que lo atrapa, le arranca el yelmo y hace ademán de cortarle la cabeza. La reina intercede y le perdona la vida. Grumedán ha derribado a otro romano y de rodillas sobre su pecho le da grandes golpes en la cara con la manzana de su espada. El romano, a voces, pide clemencia y se declara vencido. El CAV hace huir del campo al tercer romano y se reune con sus compañeros. Los vencedores se presentan ante el rey. El CAV y el CVOP se despiden y retornan junto al Caballero Griego. La doncella-mensajera habla con Lisuarte. Le dice que su merecida fama de hombre justo y defensor de doncellas la va a perder cuando se conozca el trato que está dando a su propia hija. Lisuarte la despide algo mohíno. El CAV y el CVOP vuelven a los barcos para informar a Amadís y a Grasinda de lo cerca que está la fecha de entrega de Oriana a los romanos. Cuentan su exitosa combate y la doncella recuerda que solo faltan dos días para que entreguen a Oriana a los romanos. Llegan a la Ínsula Firme en dos días. Les recibe Gandalín, el resto de caballeros y el pueblo llano de la Ínsula Firme. Grasinda pregunta la causa de tan emotivo recibimiento. El Caballero Griego le confiesa que es Amadís, Señor de la Ínsula Firme. Gandales les recibe con palafrenes para las damas, el más hermoso con adornos de oro para Grasinda. Desembarcan en la playa y allí son recibidos por Agrajes, Cuadragante, Florestán, Gavarte del Val Temeroso, Dragonís, Orlandín, Ganjes de Sadoca, Argomón el Valiente, Sardanán (hermano de Angriote), Pinores y Sarquiles ( ambos hijos de Sardanán), Madansil de la Puente de Plata, Enil y otros caballeros hasta un total de treinta. Todos comen en alegre compañía. En la sobremesa, Amadís habla a la concurrencia: les cuenta su trayectoria caballeril de los últimos años y habla del desatino que Lisuarte reserva para su hija Oriana. Les propone hacer algo para impedirlo. Agrajes está de acuerdo en ayudarle. Y tras él, el resto de de caballeros de la Ínsula Firme, se le unen como un solo hombre. Grasinda se congratula de tanta adhesión y decide quedarse en la Ínsula Firme hasta la resolución de la aventura. Amadís la acomoda en casa de Ysanjo, el gobernador. Helisabad se ofrece como médico de la fuerza de rescate. Una vez preparados, embarcan y se disponen a interceptar a los romanos.

jueves, 13 de mayo de 2010

Libro III, Capítulo 80 (3 de 4)

El rey llama a Brojandel de Roca. Le dice que mantiene el compromiso a pesar de tanto consejo en contra. Le anuncia que al cabo de tres días embarcará a Oriana con destino a Roma y que se vaya preparando. Durante estos tres días tendrá a su hija a buen recaudo. Brojandel aprovecha para hacerle la rosca al rey. Opina que, aunque ahora Oriana está triste, cuando llegue a Roma y vea su magnificencia y lujo, olvidará todo su pesar. Lisuarte le concede la mano de Olinda a Salustanquidio, en cuanto entregue a Oriana al Emperador.
Al día siguiente, Maganil y sus hermanos comparecen ante el rey y Grumedán. Les recuerdan la justa que tienen pendiente. Aunque, en consideración a su edad, consienten en desistir si Grumedán se declara vencido. Grumedán se levanta airado y les cita para luchar a la mañana siguiente. Lisuarte le pregunta quienes serán sus compañeros. Grumedán dice que espera la llegada de Galaor y que ellos dos se bastan para derrotar a los tres romanos. Lisuarte se ofrece como su compañero en la contienda. Grumedán, emocionado, abraza llorando a su rey pero declina la oferta para no comprometer a su señor. Grumedán va a su posada y escoge a dos caballeros de su propia casa aunque poco avezados en la caballería. Por la noche oyen la misa e imploran la ayuda divina. Grumedán se dispone a velar sus armas cuando llega una doncella con una carta de Grasinda. Ésta le envía una hermosa espada, regalo del Caballero Griego, y le ofrece la ayuda de dos de sus mejores caballeros. Grumedán acepta espada y caballeros. Sale al campo y se reune con sus nuevos compañeros. Lisuarte, que no los reconoce, hace llamar a la doncella-mensajera y le pregunta por ellos. La doncella responde que el Caballero Griego tiene informes muy favorables sobre don Grumedán y por eso ha decidido ayudarle. Lisuarte no lo demuestra, pero en el fondo está muy satisfecho de que Grumedán reciba una ayuda tan fuerte.
Arbán de Norgales y el conde de Clara son los jueces de la justa por parte de Grumedán. Por parte romana, son Salustanquidio y Brojandel. Llegan los tres romanos, altos y membrudos, acompañados con gran estrépito de gaitas y trompetas. Los romanos exigen que Grumedán se declare vencido o piensan llevarse a Roma su cabeza y la de sus dos compañeros. La reina, preocupada, comenta la situación con Guilán y Cendil. Guilán la tranquiliza un poco.
Se inicia la justa...

miércoles, 12 de mayo de 2010

Libro III, Capítulo 80 (2 de 4)

Sardamira comenta jocosa que penosos caballeros les han enviado como escolta. Todos han sido vencidos por un único caballero. Oriana lee la carta. Agrajes y Florestán le cuentan que Gandalín y el enano han llegado a la Ínsula Firme y que Amadís llegará antes de ocho días. Están preparando una flota para acudir en su rescate.
Las damas llegan a la corte. Oriana ve a los romanos y se echa a llorar desconsolada. El rey le dice que no llore, que tiene nuevas que la alegrarán. Oriana le pide a Arbán de Norgales que interceda por ella ante su padre para evitar el casamiento. El rey la visita acompañado de Argimón y Grumedán. Oriama se postra a sus pies y le dice que si la obliga a casarse con Patín, se matará. Y que piensa renunciar a sus derechos sucesorios en favor de su hermana Leonoreta, con el consiguiente chasco para los romanos, que, por esta razón, pueden tornarse en enemigos de Lisuarte. El rey le dice que lo va a meditar y que le hará saber su decisión por medio de la reina.
Argimón, Arbán y Grumedán se reunen con el rey e intentan convencerle para que rompa el compromiso. El rey se mantiene en sus trece. Argimón cree que este empecinamiento es un gran error que tendrá graves consecuencias y quiere desentenderse del asunto. Le pide licencia al rey para volver a sus tierras y abandonar la corte. Lisuarte le da permiso sin pestañear.


martes, 11 de mayo de 2010

Libro III, Capítulo 80 (1 de 4)

Oriana seguía en Miraflores con Sardamira. En cuanto Lisuarte acordó su casamiento con Patín, mandó a su sobrino Giontes para que la trajese a la corte. Giontes fue acompañado de varios caballeros: Gangel de Sadoca, Lasamor y otros. Encuentran a Oriana exhausta de tanto sufrir y llorar. Se la tienen que llevar en andas, acompañada de Sardamira y el resto de las damas. Al segundo día de camino encuentran a un caballero sobre un caballo pardo, bien armado y con cuerdas, sobreseñal y pendón verdes. El caballero pide permiso para hablar con Oriana. Se lo niegan aunque Oriana tiene interés en saber quien es y lo que quiere. El caballero de las Armas Verdes (CAV) y Giontes se aprestan a la lucha. En los primeros encuentros parten lanzas. El caballo de Giontes da un mal paso y cae arrastrando a su amo. Giontes se queda con el pie atrapado en el estribo y no puede levantarse. Gangel de Sadoca embiste al CAV. Éste falla con la lanza. Gangel le acierta en el escudo, pero su lanza se parte sin más daños para el CAV. En el segundo encuentro, el CVA parte su lanza sobre el cuerpo de Gangel y lo derriba. Le toca el turno a Lasamor. El CAV esquiva su golpe y consigue desprender la lanza de las manos de Lasamor. Se golpean con los escudos hasta destrozarlos. El CAV le rompe un brazo a Lasamor. El CAV, espada en mano, desiste de seguir hiriéndole al ver a Lasamor incapacitado con su brazo roto. Le da un golpe llano con su espada y permite que Lasamor huya.
Al ver la facilidad con que ha vencido, Oriana sospecha que el CAV es Amadís. El CAV se acerca a las damas, entrega una carta a Oriana y dice que viene de parte de Agrajes y Florestán. Hace además de retirarse. Oriana le pregunta su nombre. El CAV dice que es Gavarte del Val Temeroso, uno de los caballeros repudiados por Lisuarte. A pesar de eso, Gavarte se ofrece a servir a Oriana para lo que necesite. Y se despide.

viernes, 7 de mayo de 2010

Libro III, Capítulo 79 (2 de 2)

El segundo caballero romano en fama es Maganil. Pero tanto él como sus dos hermanos declinan el reto del Caballero Griego alegando que deben enfrentarse a don Grumedán en el duelo aplazado y como sustitutos de Salustanquidio.
Llegan más romanos: Gradamor y Lasamor. Son sobrinos de Brojandel de Roca, hijos de su hermana. Aceptan el reto. Gradamor, incluso, rompe el escudo que el CG había dejado en el padrón. Amadís, irritado, lo embiste sin preocuparse de conseguir otro escudo. De un lanzazo derriba a Gradamor y lo deja desfallecido y tendido en el suelo. Luego, ataca con la espada a Lasamor. Le propina varios golpes, le hiere, lo desarma y agarrándole del escudo, lo tira al suelo. Lasamor se pone en pie y se une a su hermano, ya recuperado. El CG descabalga y espada en mano y con el escudo de Lasamor ataca a ambos hermanos, que se defienden a duras penas. Hiere en la pierna a Lasamor que cae de rodillas. Le pega un puntapié en el pecho y lo deja tendido. Acomete a Gradamor que huye hacia el rey pidiendo clemencia. Como no se la conceden, huye hacia el centro de la plaza y se protege tras el padrón de piedra. El CG le acosa con múltiples golpes de espada sacando chispas cuando pega en el padrón. Gradamor, agotado de esquivar golpes, cae al suelo exhausto. El CG coge su escudo y se lo rompe en la cabeza. Gradamor, aturdido y con el rostro ensangrentado, pide clemencia al CG, que hace como si no entendiera. El CG le obliga a levantarse a base de golpes llanos de espada. Por señas le indica que se suba al padrón. Una vez arriba, tira de él y lo hace caer cuan largo es. Lo deja tendido en el suelo, inconsciente. Luego coge a Lasamor de los pies y lo arastra junto a su hermano.
Esplandián, que estaba contemplando el reto, cree que los va a decapitar. Se apena por los romanos y acercándose al CG le pide clemencia para los vencidos. Amadís hace como si no entendiese. Viene Agramonte y le traduce. El CG acepta y le cede los romanos. El CG le pregunta a Agramonte sobre Esplandián. El conde le cuenta la historia del doncel. Amadís le pide que le muestre las letras que lleva tatuadas en el pecho. Esplandián así lo hace. El CG vuelve junto con Grasinda al barco y zarpan hacia la Ínsula Firme. Angriote y Bruneo se quedan, en secreto, para ayudar a Grumedán en su combate pendiente con los romanos.

martes, 4 de mayo de 2010

Libro III, Capítulo 79 (1 de 2)

Grasinda desembarca, muy hermosa y engalanada, acompañada de los tres caballeros y de cuatro doncellas, seguidos de un gran séquito. Lleva una corona que prueba que fue nombrada la más bella de Romania. El Caballero Griego lleva una armadura blanca y cordones de oro. Bruneo, armas verdes. Angriote, armas de plata y oro. Éste último escolta a la doncella mensajera. Bruneo, a la hermana de la mensajera. Amadís, a Grasinda. Llegan a la plaza. El CG coloca la doncella de Grasinda sobre un padrón en medio de la plaza como señal del desafío. Se acercan al lugar donde esperan el rey Lisuarte y los romanos. El CG ve a la reina, a Olinda (que iba a ser coronada) y a otras damas, pero no a Oriana. Habla en griego con el rey, con Angriote como intérprete, y reitera el reto. La apostura del CG impresiona al gentío, lo que irrita a Salustanquidio que les increpa. El romano pide la corona de Olinda para colocarla en el padrón. Olinda se niega, pero la reina coge la corona y se la entrega a Salustanquidio. El CG y Salustanquidio se preparan para la justa. Chocan en medio de la plaza. El CG le hiere bajo el brocal del escudo y se lo arranca. La lanza le golpea en el costado sin llegar a traspasar la armadura. Sin embargo, del impulso, Salustanquidio cae al suelo, rompiéndose el brazo y varias costillas. El CG le pone la lanza en el rostro y le exige que ceda ambas coronas a Grasinda. Salustanquidio calla. El CG hace su demanda al rey o si no le cortará la cabeza al vencido. Lisuarte accede y le dan las dos coronas al vencedor. El CG envía a la doncella mensajera a Lisuarte para que le diga que no quiere luchar contra caballeros británicos, pero que no tiene inconveniente en medirse con los romanos. Además, no hay caballeros locales disponibles: muchos marcharon con Amadís, Galaor está ausente, Guilán enfermo, Cendil de Ganota herido en la pierna (de un flechazo en un accidente de caza causado por el romano Brojandel de Roca)...