miércoles, 2 de febrero de 2011

Libro IV, Capítulo 129 (2 de 6)

Balán ordena que aten de pies y manos a su hijo y que se lo entreguen al caballero insulofirmeño para que haga lo que quiera con él, ya que ha mancillado el honor de su padre. La esposa de Balán, temiendo que Amadís pueda vengarse cruelmente de su hijo, se escabulle discretamente y va a ver al caballero insulofirmeño. Lo encuentra sin yelmo, con la espada envainada e inclinado ante su hijo, desatándolo. La mujer reconoce a Amadís y le pregunta si sabe quien es ella. Amadís también ha reconocido a la hija de Gandalac pero lo disimula. Ella le dice que sabe quien es: Amadís, el hermano de su amigo Galaor. Si prefiere mantenerse en el anonimato, ella sabrá mantener el secreto. Le asegura que Balán mantendrá su promesa como hombre de honor que es y por último, le pide piedad para su hijo.

Amadís responde que aprecia y respeta a Gandalac y a sus hijos. Por supuesto va a liberar a Bravor sin ninguna represalia, pues Amadís solo toma venganza con quien puede defenderse, nunca con hombres desarmados. Le permite a la mujer que desvele su identidad a Balán y que le transmita sus exigencias de que repare el agravio a la dueña. La mujer del gigante le dice que puede acompañarla ante él sin temor y decírselo personalmente. Amadís se vuelve a colocar el yelmo, coge espada y escudo y salen juntos. Van al castillo y los conducen al lecho de Balán. Amadís le dice cuan quejoso está de él porque sus hombres no hayan respetado su palabra y le exige que repare el daño ocasionado a Darioleta.

Balán responde que le pesa y le duele más ver como su hijo y sus servidores no han cumplido con su palabra empeñada que verse vencido. Por esa razón le entregó a su propio hijo maniatado, para resarcirle de esa injusticia. Balán está dispuesto a compensar a Darioleta, pero en lo referente a su hijo, el daño es irreparable y no sabe como podría hacerse. Amadís le dice que libere a su marido e hija, que les devuelva sus bienes y su barco. Y a cambio de su hijo muerto, debe cederles su propio hijo: Bravor debe casarse con la hija de Darioleta. Amadís le asegura que no es un matrimonio tan desigual, pues además de riquezas y posesiones, los padres son gobernadores de un rico territorio de su propio padre.

Balán le pregunta quien es su padre. El caballero insulofirmeño se presenta: es Amadís, hijo del rey Perión, el que mató a Madanfabul, padre de Balán, aunque lo hizo para defender a un Lisuarte en peligro de muerte. Balán se admira de la valía y bravura de Amadís. accede a liberar a los prisioneros y restituirles bienes y nao. En cuanto a Bravor, que Amadís haga lo que quiera con él, pues no le perdona que haya mancillado su honor. Le pide, por último, que queden como amigos.

Amadís le responde que ya le considera su amigo, pues es yerno de su amigo Gandalac. Le pide que de ahora en adelante desista de esa mala costumbre de asaltar a los visitantes. Amadís justifica a Bravor, su yerro es fruto de su corta edad. Le pide su perdón por amor a su madre. Le aconseja que lo mande llamar y traiga a la hija de Darioleta y que se casen inmediatamente. Balán así lo hace.

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