viernes, 4 de febrero de 2011

Libro IV, Capítulo 129 (4 de 6)

Volvamos a la Ínsula Firme para ver lo que ocurrió tras la partida de Amadís: el montero va en busca de Grasandor y le transmite el mensaje de Amadís. Grasandor abandona la caza para avisar a Oriana. Pero antes recoge el cuerpo del caballero muerto en la playa y ordena que sea enterrado en un monasterio cercano (fundado por Amadís poco después de su estancia en al Peña Pobre). Luego busca a Oriana y le cuenta lo ocurrido pero con alegre semblante para no preocuparla. Oriana queda turbada unos instantes y se consuela pensando que no puede ser cosa de importancia si Amadís no se ha marchado en compañía de Grasandor y sin despedirse de ella. Grasandor le pide perdón en nombre de Amadís por esto último. Oriana, a pesar de todo, está muy preocupada por su marido y no sabe que hacer. Grasandor se ofrece a salir en su busca. Oriana lo acepta encantada, aunque ahora la que se preocupa es Mabilia que pasa la noche llorando al pensar en los peligros que pasará su amado.
Al día siguiente, tras oír misa, Grasandor zarpa en busca de Amadís. Lleva armas y caballo. Le acompañan dos escuderos y un marinero. Navegan en la dirección que tomó Amadís pero sin saber con certeza adonde se dirigen. Navegan dos días sin encontrar pistas.Por desgracia pasan junto a la Ínsula del Infante en plena noche y no la ven. Pasan de largo y al día siguiente llegan a una playa y Grasandor decide desembarcar. Les parece una hermosa tierra, llena de árboles. Grasandor se arma y monta su caballo. Sale a explorar acompañado de sus dos escuderos que van a pie. Tras un día de marcha no encuentran a persona alguna. Los escuderos, exhaustos, opinan que es una tierra deshabitada y creen que es mejor volver al barco. Grasandor les deja descansar y continua la exploración en solitario. Cruza un espeso bosque en un hondo valle. Se topa con un pequeño monasterio. La puerta está abierta. Descabalga y entra. Llega a la iglesia del monasterio y se detiene un instante para rezar. Estando allí de rodillas se le acerca un monje de los blancos. Grasandor le pregunta como se llama esa tierra. El monje le responde que es territorio del reino de Irlanda, pero ahora está en poder de Galifón y de sus dos hermanos que han usurpado el señorío de estas tierras. Estos tres caballero cabalgan juntos incesantemente por el territorio. Se enfrentan a cuanto caballero se encuentran. Y lo hacen de forma artera y desleal: los hermanos suelen ocultarse. Galifón se enfrenta en solitario al caballero. Si no consigue vencerlo, los hermanos aparecen de súbito y entre los tres acaban fácilmente con su desprevenido rival. Ayer mismo hicieron esto con un desventurado caballero al que dejaron quebrantado y malherido. Y lo hubieran matado de no ser por la intervención de dos monjes que intercedieron por él y lo trajeron al monasterio. Al poco llegó otro caballero, compañero del herido. Al conocer la desventura de su amigo partió en busca de los tres hermanos para vengarle.
Grasandor le pide que le muestre al herido. Lo reconoce al instante: es Eliseo, primo de Landín. Eliseo también lo reconoce y le pide que ayude a su primo. El monje le dice que Landín fue al castillo de Galifón que se encuentra en medio de un vasto llano allende el valle del monasterio.
Grasandor monta en su caballo y parte en ayuda de Landín. Sale del valle y sube a un otero. Allí ve el castillo. Ante sus puertas está Landín, gritando. Grasandor se acerca discretamente y se queda a poca distancia pero oculto hasta ver como le va a Landín. Del castillo sale un caballero asaz grande y bien armado.
Tras cruzar bravatas y desafíos comienza la justa. Cruzan lanzas en varias ocasiones. Al final, ambos caen al suelo. Continúan la lucha a pie, espada en mano. El combate es fuerte e intenso. Los golpes desprenden enormes chispazos. Destrózanse escudos y lorigas. Poco a poco, Landín va cobrando ventaja. El otro caballero se defiende como puede y retrocede. Pide ayuda al castillo y salen sus dos hermanos. Landín ya esperaba esta felonía y los espera firmemente plantado. Grasandor que los ve salir, cabalga velozmente a su encuentro. Derriba a uno de ellos que, al caer, se fractura el brazo derecho y queda tan maltrecho que ya no se levanta. El otro hermano intenta lancear o arrollar con su caballo a Landín que ágilmente lo esquiva. Grasandor se lanza en pos del jinete mientras Landín acaba con Galifón con facilidad. Su hermano, cuando ve vencido a  Galifón, abandona el combare y huye hacia el castillo. Grasandor lo persigue. El caballero está tan aturullado por la persecución que no acierta a pasar por el puente levadizo y cae con su caballo al foso que rodea el castillo y muere ahogado.
Landín se acerca para conocer a su aliado: Grasandor le revela su identidad. Se abrazan emocionados. Vuelven para ver si Galifón y su otro hermano están vivos o muertos.

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