sábado, 26 de febrero de 2011

Libro IV, Capítulo 130 (8 de 10)

Inician juntos el descenso. Esa noche la pasan en la ermita de la imagen de metal. Para cenar, comparten los alimentos que llevaba la pareja. A la mañana siguiente llegan a orilla del mar. Amadís y Grasandor se despiden de Gandalín y le piden que transmita sus saludos y ofrecimiento de ayuda a Agrajes. Gandalín parte con la pareja y van a ver a la dueña. Entre la hija y Gandalín consiguen convencer a la noruega que, al fin, consiente en que se celebre el matrimonio.
Después, Gandalín vuelve junto a Agrajes y le cuenta las nuevas sobre Amadís. El sitio de la ciudad ha evolucionado favorablemente. Los combates se han saldado con grandes pérdidas entre los sitiados. Han llegado también Galaor y Galvanes. Vienen de coronar como nuevo rey de la Profunda Ínsula a Dragonís. Galaor, ya recuperado de su enfermedad, está pletórico y dispuesto a las más grandes hazañas. No hay nada con lo que disfrute más que con las actividad caballeresca.
Mientras, Amadís y Galaor continúan viaje hacia la Ínsula Firme. llegan sin novedad. desembarcan y se detienen a orar en el monasterio que al pie de la peña estaba. En eso estaban cuando aparece una dueña enlutada acompañada por dos escuderos. ella sabe que es Amadís. Cuando éste sale del monasterio, ella se arrodilla ante él y le cuenta llorando su desventura. Le agarra la falda de la loriga impidiéndole andar. Amadís le pregunta quien es y que quiere de él. Ella le responde que solo le dirá su nombre si le promete su ayuda: su marido ha caído en manos de su más tenaz enemigo y sólo Amadís puede liberarlo. Amadís acepta ayudarla. Ella, entonces, le dice que es la esposa de Arcaláus el Encantador, prisionero del propio Amadís. Puesto que lo ha prometido, le pide que libere a su marido.
Amadís se queda muy turbado y confundido. La astuta mujer lo ha engañado arteramente.

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