lunes, 21 de febrero de 2011

Libro IV, Capítulo 130 (4 de 10)

Todos juntos suben al castillo. Visitan a Balán que todavía está convaleciente en su lecho. Amadís le anuncia su pronta partida y le encarece que restituya a Darioleta y a su marido bienes y barco para que puedan viajar a la Ínsula Firme. También le pide que permita que Bravor viaje con ellos. En la Ínsula Firme conocerá a otros donceles de su edad y aprenderá a ser un excelente caballero. 
Balán accede a todas sus peticiones, reafirma su estima por él y expresa su deseo de visitar él mismo la ínsula Firme en cuanto se recupere. Amadís recibe encantado sus palabras y se despide esperando verle pronto en su señorío. Pero Balán tardará en cumplir su promesa. Conocerá que Cuadragante y Bruneo han puesto sitio a la ciudad de Arabia. Reunirá un pequeño ejército y acudirá en su ayuda. Como veremos más tarde, su intervención será decisiva.
Amadís y Grasandor abandona la Ínsula de la Torre Bermeja. Amadís le pide a Nolfón un guía que les lleve hasta la Peña de la Doncella Encantadora. El mayordomo se lo proporciona gustosamente y parte a su vez con destino a Anteína. Amadís y Grasandor encuentran buen tiempo en su travesía. Al sexto día de navegación llegan a la Peña de la Doncella Encantadora. Encuentran fondeado un navío pero no hay nadie a bordo. Suponen que todos han desembarcado en la isla. Amadís le dice a Grasandor que quiere subir a la Peña y ver con sus propios ojos todo lo que les contó Nolfón. Le pide a Grasandor que le espere en el barco. Cree que llegará a lo alto de la peña antes del fin del segundo día. Desde allí podrá hacerle señales. Si no lo hace antes de tres días, Grasandor podrá hacer lo que crea más conveniente. Pero Grasandor no quiere quedarse en el barco y se empeña en acompañarle. Amadís lo acepta.
Después de comer y pertrechados con sus pesadas armas, comienzan la ascensión. Deben ir a pie pues el camino es imposible para los caballos. La senda está tallada en la roca pero es áspera y dura. Ascienden la mayor parte del día. Encuentran una pequeña edificación de aspecto similar a una ermita. En su interior descubren una pequeña figurita que sostiene entre sus manos una tabla donde está escrita en caracteres griegos la historia de la doncella encantadora: hija de un sabio griego natural de Argos y llamado Finetor. La educó en las artes mágicas y  la nigromancia. Ya han pasado doscientos años desde entonces. Se cuentan más detalles de la vida de la doncella que no voy a referir para no resultar tedioso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario