domingo, 21 de noviembre de 2010

Libro IV, Capítulo 122 (1 de 6)

Los tres caballeros insulofirmeños navegan con la atribulada reina hacia Dacia. Durante el trayecto, la reina les pide que se presenten adecuadamente y que le detallen sus carreras caballerescas. Ellos dicen sus nombres y ella los reconoce al instante. Los caballeros de Grecia que poco tiempo ha pasaron por Dacia les narraron el conflicto que existía entre Lisuarte y Amadís. Contaron los temibles combates que enfrentaron a ambos bandos. En ese relato nombraron a los caballeros más destacados. Y entre esos nombres estaban los de nuestros tres amigos, para alegría de la reina, que ahora sabe que lleva un imponente fuerza en ayuda de sus hijos. Angriote se compromete a cumplir con éxito la misión.
Llegan sin novedad a Dacia. Acuerdan que la reina se quede en el barco hasta que la situación se aclare. Los tres caballeros desembarcan bien armados , con sus escuderos y acompañados de dos caballeros de Dacia que servirán como guías. La villa sitiad está auna jornada de viaje. Deciden llevar víveres y forraje para los animales en cantidad suficiente para evitar los poblados. Al alba llegan al cerco. Sigilosamente escudriñan las fuerzas sitiadoras hasta descubrir el lugar donde están más dispersas y es más fácil eludirlas y entrar en la ciudad. Se dirigen a los muros de la villa pero se topan con diez caballeros. Se enfrentan a ellos y derriban a los tres primeros con sus lanzas. Acometen con tal fiereza al resto, que los hacen huir despavoridos. Angriote decide entrar en la villa para animar a las fuerzas sitiadas. Llegan a los muros. Los cercados reconocen a los dos caballeros dacios y abren un portillo para que puedan entrar. Los reciben los infantes que han acudido al alboroto. Se enteran por Angriote de que su madre está sana y salva y le agradecen la ayuda de caballeros tan afamados. Los conducen al palacio donde los alojan y les permiten descansar unas horas.

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