martes, 2 de noviembre de 2010

Libro IV, Capítulo 117 (3 de 7)

Con el apoyo de Cildadán, los caballeros de Lisuarte vencen fácilmente a los de la Ínsula Sagitaria. Los otros dos que fueron por el otro lado han conseguido acorralar al rey Lisuarte y a sus compañeros en un callejón donde han quedado encajonados sin apenas sitio para manejar la espada. La posición de Lisuarte es desesperada. Si alguien no lo remedia, el pequeño grupo de Lisuarte va a caer antes de media hora. Justo en ese momento llegan Amadís y sus compañeros. Tras un rápido análisis de la situación se dividen en dos grupos: Amadís por un lado y Cuadragante por otro. Entran simultáneamente a voz en grito ("¡Gaula!,¡Irlanda!") matando a muchos adversarios. Los del rey Arábigo intentan escapar encerrándose en las casas. Los gritos de los insulofirmeños son tan estentóreos que se escuchan en la zona donde Lisuarte ha sido acorralado. El desconcierto cunde entre las filas arábigas. Sospechan que ha llegado ayuda para Lisuarte. No saben si acabar con Lisuarte de una vez o echarse hacia atrás y luchar con los recién llegados. Por contra, los gritos de los insulofirmeños han servido para animar a los del pequeño grupo de Lisuarte que redoblan sus esfuerzos. El combate ha cambiado radicalmente. Los soldados arábigos han quedado pillados en una pinza y son derrotados con facilidad.
El rey Arábigo y Arcaláus ven la batalla perdida. Se refugian en una casa. No tienen intención de morir matando. Son localizados y apresados sin dificultad.
Amadís sigue repartiendo espadazos sin desmayo. Nadie se atreve a enfrentársele. Aparecen los dos últimos caballeros de la Ínsula Sagitaria y le atacan. Amadís le pega al primero tal recio golpe en la cabeza que lo deja aturdido y cae de espaldas. Amadís pasa por encima de él para ver como Florestán y Angriote derriban al otro caballero de la Ínsula Sagitaria. Amadís, Florestán y Angriote van a la zona donde están Barsiñán y el duque de Bristoya que huyen de la presión de los hombres de Lisuarte. Cuando se ven ante los insulofirmeños, se rinden y piden clemencia.
Amadís se da cuenta de que Lisuarte ya está fuera de peligro. Sin acercarse a él, coge a los prisioneros y se retira a la zona donde pelea Cuadragante. Descubre que éste ya ha apresado al rey Arábigo y a Arcaláus. La batalla ha sido ganada.

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