miércoles, 3 de noviembre de 2010

Libro IV, Capítulo 117 (5 de 7)

Lisuarte les propone a sus invitados que vayan a descansar: la tropa en la villa y los prados circundantes, los reyes y caballeros principales en el monasterio. Los médicos de Lisuarte le curan las heridas, pero Helisabad es mucho más competente que ellos. También Amadís y sus compañeros tienen heridas aunque de mucha menor importancia. Helisabad se encarga de ellos con pericia. Lisuarte permanece en cama sin levantarse durante diez días. Recibe la visita diaria de Perión y el resto de caballeros, siempre en alegre y festiva tertulia. Un tema recurrente es la malvada trayectoria de Arcaláus y sus variadas tropelías. Grumedán dice que la vida de Arcaláus es un ejemplo del porqué muchos escogen el mal camino: muchos son atraídos por las primeras pero pasajeras satisfacciones y no se dan cuenta de que al final Dios pone a cada uno en su sitio. Y ese sitio es el que ahora ocupa Arcaláus: preso, viejo y manco. El camino de la virtud es áspero y difícil y todos estamos por naturaleza más inclinados al mal que al bien.
Perión queda impresionado por la elocuencia de Grumedán y se interesa por su persona.
Llega Nasciano. Ve reunidos en paz y concordia a estos caballeros que tan solo tres días antes se estaban matando y da gracias a Dios por haber traído la paz a estas partes en conflicto.
Otro día, en la habitual reunión en las habitaciones de Lisuarte, el rey pregunta a Perión como se enteraron de que estaba siendo atacado por el rey Arábigo. Perión le dice que fue gracias a Esplandián. Lisuarte lo hace venir y le pregunta que cuente cómo pasó. Esplandián le pregunta que fue Nasciano quien le envió a buscarle. En el camino vieron los movimientos de los hombres del rey Arábigo y volvieron de inmediato para avisar a Amadís. Lisuarte le agradece su acción. Nasciano le dice a Esplandián que le bese la mano al rey. Esplandián así lo hace. Lisuarte lo alza y le besa en la cara. Amadís se da cuenta de que Lisuarte ya sabe que Esplandián es su nieto y ve que siente tanto amor por él que se reafirma en su idea de servirle lealmente

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