miércoles, 3 de noviembre de 2010

Libro IV, Capítulo 117 (4 de 7)

Amadís abandona la villa sin hablar con Lisuarte.
El rey se da cuenta de la victoria. Le pregunta a Guilán de quién ha venido el auxilio. Éste le contesta que ha sido Amadís y sus amigos y que es preciso que se le agradezca su ayuda. Lisuarte le pide que vaya en su busca e impida que se marche. Guilán cabalga a toda prisa y alcanza a Amadís. Lo retiene hasta que llega Lisuarte. Amadís lo ve llegar con la armadura despedazada, lleno de sangrantes heridas y se apiada de él. A pesar de las discordias pasadas, descabalga y de rodillas quiere besarle la mano. Lisuarte no se lo permite. Lo levanta y le abraza con fuerza. En ese momento llegan Cuadragante, el rey Cildadán, Florestán y Angriote. Amadís abraza cariñosamente a Cildadán. Éste, a su vez, abraza a su tío Cuadragante.
Brandoibás avisa a Lisuarte de que sus tropas están exterminando a los hombres del rey Arábigo y le pide que detenga esa matanza. También Amadís se lo pide. El rey envía a su hijo Norandel para que acabe con la carnicería. Amadís encarga a Gandalín, Enil y Gandales que se encarguen de poner a buen recaudo a Barsiñán y al duque de Bristoya. Lisuarte coge del brazo a Amadís y le invita a descansar en la villa. Amadís le dice que tiene que esperar a su padre, el rey Perión. Lisuarte le dice que le esperarán en la villa y le pide a Cildadán que intente convencer a Amadís para que se quede. Amadís, todavía reticente, consulta con sus compañeros. Cuadragante le aconseja que se quede y Amadís acepta su recomendación. En ese momento  traen al rey Arbán de Norgales y a Grumedán, recién liberados. Todos pensaban que los habían matado. Al descubrir que no es así, la alegría se desborda. También llega Arquisil, que ha estado cuidando a un malherido Flamíneo. Se acerca a Amadís y lo abraza, agradeciéndole su decisiva ayuda.
Por fin llegan las tropas de Perión. Grumedán bromea sobre la tardanza en llegar de este socorro. Lisuarte y Amadís le siguen la broma. Lisuarte le pide a Cildadán que le acompañe a recibir a Perión. Amadís le recomienda que no lo haga en su estado, pero el rey se mantiene firme en su decisión. Al final van Lisuarte, Amadís y Cildadán, mientras los demás aguardan. Durín se adelanta para anunciar a Perión la llegada del trío. Perión toma a Gastiles, Grasandor, Brian y Trión para que le escolten en su encuentro con Lisuarte. Sabedor del odio que siente Agrajes por Lisuarte, le ruega que se quede con la tropa para evitarle un mal trago. Agrajes le agradece el detalle.
Perión y sus acompañantes se encuentran con Lisuarte. Se abrazan de buen talante. Perión se asombra al verlo tan malparado. Lisuarte le responde que gracias a la ayuda de Amadís no lo ha encontrado mucho peor. Y le cuenta con todo detalle como se desarrollaron los acontecimientos. Y el relato llena de orgullo paterno a Perión, que oye con deleite las hazañas de sus hijos. Ambos acuerdan restablecer la paz entre las dos familias y los dos reinos.
En ese momento Lisuarte se da cuenta que falta Agrajes y pregunta por él. Perión le contesta que se ha quedado atrás comandando la tropa. Lisuarte le pide que lo haga venir. Amadís se ofrece a ir a buscarlo. Teme que si va cualquier otro, se niege a venir. Amadís va en busca de su primo. Le dice que Lisuarte quiere verle y le pide que acuda sin rencor. Agrajes le contesta que espera que este favor que Amadís le ha vuelto a hacer a Lisuarte le sea mejor agradecido que los anteriores. Acepta ver a Lisuarte, pero sólo porque se lo pide su primo. Llegan ante Lisuarte. Agrajes quiere besarle las manos. El rey se lo impide y lo abraza largo tiempo. Luego, bromeando, le dice que seguro que este rato que han estado abrazados lo ha pasado peor que cuando estuvieron peleando en la batalla. Agaraje, sonriendo, se reserva la respuesta.

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