domingo, 14 de febrero de 2010

Libro III, Capítulo 69 (1 de 5)

Los tres caballeros descansan unos días en el bosque antes de retornar a la Gaula. Embarcan pero se levanta un fuerte viento que los desvía de su ruta. Intentan volver a las costas de Gran Bretaña pero se extravían a causa de la tormenta. A los cinco días llegan a una isla dominada por una gran montaña. Desembarcan a la espera de que amaine la tormenta y para abastecerse de agua potable. Deciden explorar la isla. Salen los tres acompañados de sendos escuderos. Gandalín se queda guardando el barco. Avanzan por un valle hasta llegar a un llano donde se topan con una doncella ricamente vestida junto a una fuente. Está acompañada de otras dos doncellas y dos escuderos. Están de caza y llevan halcones y canes. Ella les reconoce por sus armas como los "3 caballeros de las sierpes" y les saluda con alegría pero solo por señas, ya que es muda. Responden a su saludo. A pesar de su mudez les parece una mujer muy hermosa. La doncella abraza a Amadís e invita a los tres a su castillo. Cuando llegan, descubren que es un espléndido edificio. Allí son atendidos obsequiosamente por dueñas y doncellas. Los alojan en una rica cámara de 20 codos de alto (unos 9 ó 10 metros), los cubren con preciosos mantos, les dan de cenar, escuchan música, ven juegos de luces y a dormir. Se acuestan cada uno en su cama con sus armas junto a ellos. Duermen plácidamente... Pero todo es una trampa: la habitación tiene un mecanismo que accionado por una palanca hace que la cámara entera descienda hasta un foso de veinte codos. [Aquí viene un poco de reflexión filosófica: la hermosa doncella muda es como ese mundo hermoso que nos lisonjea, hace que nos relajemos y cuando nos queremos dar cuenta ya estamos en lo hondo de un pozo]
Despiertan los tres caballeros. Todo está a oscuras. Cogen sus armas y a tientas exploran la habitación. Tras puertas y ventanas solo palpan muro. Oyen ruido arriba y comprenden que han caído en una trampa. Se abre una ventana en lo alto y aparece un robusto caballero, de rostro temible, pelo cano, vestido de luto y con una manopla de paño blanco en su mano derecha. Se les presenta como Arcaláus el Encantador. Les anuncia que están a su merced y que nada bueno les espera. Su intención es vengarse en ellos por el que le cortó la mano. Una doncella señala a Amadís como el caballero del yelmo dorado. Es la doncella muda que ya habla. Se llama Dinarda y es hija de Ardán Canileo. Es malvada y odia a Amadís. Se hace pasar por muda como estrategia para cumplir su misión. Arcaláus les dice que les cortará la cabeza y se las enviará al rey Arábigo en compensación por la derrota porque ellos han sido factor fundamental en la misma. Cierra la ventana y la cámara queda a oscuras.

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