miércoles, 10 de febrero de 2010

Libro III, Capítulo 68, (4 de 5)

Comienza la batalla. En ese momento llega el rey Perión escoltado por sus hijos. Llevan sus armaduras y escudos nuevos. Vienen de incógnito. Nadie los reconoce y hay un momento de incertidumbre porque nadie sabe a que bando van a apoyar. Los tres caballeros divisan a Brián y su grupo y se unen a ellos, con gran contento de Brián. Se enfrentan a las tropas del rey Targadán. El grupo de Brián se lanza al ataque con saña y bravura. Perión le clava la lanza en el pecho al rey Targadán y lo derriba. Amadís atraviesa de un costado a otro con su lanza a Abdasián el Bravo que cae al suelo muerto. Florestán hiere a Carduel que cae con su silla a los pies del caballo. Los enemigos rodean a los tres caballeros, pero éstos hacen estragos entre sus filas. Derriban a más de diez caballeros, pero el número de enemigos es tal que necesitan la ayuda de Brián y de sus españoles. Acude un tercer grupo de insurgentes para contener el ataque. El rey Arábigo le pide a Arcaláus que concentre sus fuerzas en ese punto, para detener el ataque de los tres caballeros y evitar que se produzca la desbandada de sus tropas. Lisuarte también concentra la mayor parte de su ejército en ese punto. La batalla se centra en torno a los tres caballeros. Perión, llevado por su entusiasmo, se infiltra entre las filas enemigas. Lo hubiera pasado mal si sus hijos, atentos, no lo hubieran apoyado. El caballo de Amadís es herido de muerte y Amadís se que a pie. Los de Perión y Florestán también están malheridos. Los dos deciden descabalgar y unirse a Amadís para pelear a pie. Los enemigos les rodean en gran número, pero ellos se defienden bravamente. Lisuarte ve su apurada situación y se lanza en su ayuda acompañado de los siete caballeros que lo escoltan. Se baten con fiereza y fuerza. Hieren el caballo de Lisuarte que cae al suelo. Es auxiliado por Angriote, Agrimón y Landín. Angriote le cede su caballo. Landín y Agrimón le traen otro caballo a Angriote. Mientras llegan, Lisuarte no se separa de él. Galaor y Cuadragante luchan alrededor de ellos para evitar que alguien pueda herir a Lisuarte. Dos caballeros de refresco entran en liza por el bando insurgente. Son dos campeones con fama de no tener igual. Son Brontajar Dafanía y Argomades de la Ínsula Prófuga. Incursionan entre las filas enemigas dando mandobles a diestro y siniestro con gran destrozo. Se oyen gritos que anuncian la derrota de Lisuarte. El rey responde que antes muerto que vencido.
Amadís y Florestán han conseguido caballos. Ven como esos dos campeones están destrozando física y moralmente a las tropas de Lisuarte. Amadís estudia la técnica de Brontajar: hiere y derriba a los caballeros con su espada. A veces la suelta (la lleva atada con una cadena) y con sus brazos agarra y derriba a otros. Amadís, lanza en ristre, se abalanza sobre él. Brontajar lo ve venir y también coge su lanza. El choque es brutal, rompen lanzas, perforan escudos, chocan caballos. Brontajar pierde el conocimiento, cae al suelo y se rompe una pierna. El caballo de Amadís se tambalea pero se mantiene en pie. Amadís queda aturdido sobre su caballo, sin capacidad de defenderse de otros enemigos. Florestán y Perión acuden en su ayuda. Cuando llegan, Amadís, parcialmente recuperado, alcanza a defenderse a duras penas. más caballeros llegan en su apoyo: Brián, Agrajes y Galvanes. Entre todos hacen gran matanza entre los insurgentes. Amadís, completamente recuperado, ve como Lisuarte es atacado por el rey Arábigo, Argomades, dos sobrinos del rey Arábigo y sus huestes. Amadís da la orden de socorrer al rey. Todos acuden hacia allí.

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