sábado, 6 de febrero de 2010

Libro III, Capítulo 67, (2 de 3)

La batalla da comienzo. Norandel derriba a Gavarte. Galaor y Cuadragante se derriban mutuamente. Cendil y Elián quiebran sus lanzas en el envite, se hieren pero se mantienen en sus monturas. Galaor y Cuadragante siguen su pelea a pie. Todos los grupos se juntan. Ruido ensordecedor: gritos, trompetas, relinchos, clarines,... Hay muertos por doquier. Norandel y Guilán apoyan a Galaor. Florestán y Angriote hacen lo propio con Cuadragante. Galaor y Cuadragante consiguen montura y continún la lucha a caballo. El grupo de Cildadán ataca con fuerza pero Galvanes y los suyos se defienden con eficacia. Florestán se esmera en la lucha porque quiere dejar muy altos el nombre de Amadís y los de su linaje. Florestán ataca a Cildadán. Ambos caen al suelo y continúan a pie. Enil y Angriote le traen un caballo a Florestán. Dragonís hiere de gravedad en la cabeza a Cildadán. Norandel lo ve y avisa a Galaor. Ambos acuden a socorrer al herido y lo sacan del combate. El rey Lisuarte, temiendo que sus hombres vayan a ceder terreno, se lanza al ataque gritando "¡Clarencia!" (su apellido). Se abalanza sobre Galvanes, rompe la lanza y continua luchando con su espada. Florestán, Cuadragante, Angriote y Gavarte luchan hombro con hombro con denuedo. Lisuarte se teme la derrota. Habla con Grumedán de Noruega, con un malherido Guilán y con Arbán. Les confiesa su temor de ser derrotados, pero "antes muerto que vencido", y espoleando a su caballo, se mete otra vez en el combate. Lucha con espada contra Cuadragante y le hiere en la cabeza. Se interponen, por un lado Galaor y Norandel, por el otro Florestán y Angriote. Lisuarte mata al caballo de Florestán, que cae al suelo, aunque se levanta con rapidez para herir al caballo de Lisuarte que también cae al suelo. Luchan a pie. Lisuarte hiere a Florestán. Éste, que recuerda las grandes mercedes recibidas y el gran respeto que tenía al rey, se limita a defenderse sin querer atacarlo. Filispinel le ofrece su caballo al rey. Lisuarte monta y deja a Florestán malherido. Cuadragante le trae un caballo. Lisuarte ve que se está dando un vuelco a la situación y reanuda, infatigable, el ataque. Los caballeros de la Ínsula Firme resisten como pueden. La superioridad numérica comienza a imponerse. Florestán, Cuadragante, Angriote y Gavarte pierden sus monturas. Malheridos, desfallecidos, caen rendidos al suelo y son hechos prisioneros. También apresan a los que acuden en su rescate: Palomir, Elián, Branfil, Enil, Sarquiles y Maratros de Lisanda (primo de Florestán). Casi atrapan a Galvanes, pero Dragonís lo rescata y se lo lleva, muy malherido, hasta el Lago Ferviente. En definitiva, los reparos de Florestán y el ardor guerrero de Lisuarte han decidido la batalla. Así le pasó a Héctor durante la guerra de Troya, cuando le perdonó la vida a Áyax Telamón y al final perdió la guerra.

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