sábado, 29 de agosto de 2009

Libro I, Capítulo 38

Amadís y Oriana hablan de su secuestro. Oriana le desvela los planes de Arcaláus, de como pensaba casarla con Barsiñán cuando usurpara el trono y que él mismo gobernaría en la sombra. Amadís cae en la cuenta del peligro que corre la reina y acelera el regreso. Por el camino se topa con el numeroso grupo de caballeros que han salido al rescate de Lisuarte. Son más de un millar. A todos encamina por la dirección que tomó Galaor. Cerca de Londres se encuentra con Grumedán, viejo caballero y mentor de la reina. Amadís le confía a Oriana y continúa solo su rápida marcha. A las puertas de la ciudad encuentra al escudero enviado por Lisuarte que le da la buena nueva de su liberación. Amadís descubre que la ciudad entera está en manos de Barsiñán y se introduce en ella secretamente. Llega hasta el palacio y atraviesa las defensas y se reune con Arbán. Anuncia a la reina la liberación del rey. Luego organiza el contraataque. Se disfraza, cambia sus armas por un yelmo y un escudo oxidados. Luego bajan las defensas, como si se rindieran. Los atacantes, con Barsiñán al frente, entran en el palacio real. Los defensores saltan sobre ellos. Amadís lucha con Barsiñán y le vence fácilmente. Le corta una mano, le hiere de gravedad en un muslo y lo deja tendido en el suelo. Lucha tan feroz y eficazmente contra los rebeldes que terminan por reconocerle. El pavor cunde entre las filas de los sublevados. Se retiran desordenadamente perseguidos por los soldados leales. Los que consiguen escapar se refugian en el alcázar. Barsiñán es apresado.
Mientras, Lisuarte va encontrando caballeros que han salido en su busca y se van uniendo, gozosos, a su grupo. Los primeros son Agrajes, Galvanes, Solinán, Galdán, Bervás y su sobrino Dinadaus. Van llegando más y más caballeros hasta formar un grupo de casi dos mil unidades. Encuentran a Oriana custodiada por Grumedán. Llegan a Londres con la villa ya liberada. Lisuarte se reune con Brisena. Juntan al primo de Arcaláus y a Barsiñán, y tras un juicio sumarísimo son condenados a morir quemados en la hoguera. Este será el origen de la prolongada enemistad entre Sansueña y Gran Bretaña durante los años siguientes. Los rebeldes del alcázar, tras cinco días de sitio, se rinden. El rey imparte justicia según su criterio: a unos mata, a otros no.
Restablecido el orden continúa la vida cortesana.
Llega a Londres la dueña amiga de Madásima acompañada de sus hijos. Vienen a ser testigos de como Galaor y Amadís cumplen su palabra, aunque fuera obtenida por la fuerza. Exigen al rey que la haga cumplir. Galaor explica como fueron obligados a empeñar su palabra con tan artera treta. Sin embargo, tanto Galaor como Amadís renuncian a Lisuarte y prometen servir a Madásima. Han cumplido su promesa y así lo hacen constar la dueña y sus hijos...Pero, acto seguido, torna a hablar con el rey: como no fijaron un plazo de mantenimiento de esta nueva obediencia, renuncian de inmediato a ella y vuelven a ofrecerse como caballeros al rey Lisuarte. Así Madásima queda chasqueada.
La dueña, al descubrir la identidad de Galaor y Amadís, declara que cuando Madásima se entere, se suicidará desesperada, ya que quería dar muerte a Amadís. El rey afirma que es lo mejor que podría hacer. La dueña se va con viento fresco.

1 comentario:

  1. Que capítulo tan lamentable, madre mía. Uno no recuerda estas cosas cuando estás leyendo las cosas en Castellano Antiguo...

    Gracias por el resumen.

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