sábado, 29 de agosto de 2009

Libro I, Capítulo 37

Los leñadores llegan a Londres y anuncian la captura del rey. Cunde la alarma. Todos los caballeros salen en su busca. Barsiñán aprovecha el vacío de poder y al mando de seiscientos soldados se apodera a sangre y fuego de la villa y de su alcázar. Luego, se dirige al palacio para detener a la reina y usurpar el trono. Sin embargo, todavía queda un caballero leal en la ciudad. Es Arbán de Norgales que ha tardado en conocer el secuestro del rey y por eso no ha salido de Londres. Al enterarse de la revuelta tramada por Barsiñán, organiza la defensa del castillo: Reune a los soldados leales que quedan en la ciudad, unos doscientos, y los atrinchera en el palacio. A pesar de la diferencia de número, los asaltantes son incapaces de tomar el palacio. Pasa todo un día de heroica resistencia. Por la noche, Barsiñán propone una tregua e intenta convencer a Arbán para que se rinda. Solo obtiene negativas. El asedio continúa.

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