martes, 26 de octubre de 2010

Libro IV, Capítulo 116 (2 de 4)

El rey Lisuarte, desdeñando el riesgo de muerte, se pone en primera fila de combate. Se topa con un hermano de Alumas (aquel primo de Dardán el Soberbio muerto por Florestán en la Fuente de los Tres Olmos), lo derriba y lo mata. Las fuerzas de refresco hacen gran destrozo entre los enemigos. Lisuarte, inmerso en el fragor del combate, derribando adversarios por doquier, se interna excesivamente entre las filas contrarias. Arcaláus advierte que ha separado imprudentemente de sus hombres y avisa a Barsiñán que, flanqueado por diez caballeros, se lanza sobre el rey británico. El ataque es tan brutal y desproporcionado que consiguen derribar a Lisuarte. Filispinel y 20 compañeros corren en su ayuda. Consiguen rechazar a Barsiñán y Arcaláus que estaban a punto de rematar a Lisuarte. Arcaláus envía más caballeros y están a punto de vencer, pero la llegada de Cildadán, Arquisil, Norandel y Brandoibás impide la victoria enemiga. Norandel se deja caer del caballo, recoge la espada de Lisuarte del suelo y se la entrega al rey. Le cede su caballo para que se ponga a salvo. Luego, Brandoibás le proporciona a Norandel un nuevo caballo.
Arcaláus envía un mensajero al rey Arábigo para que les envíe tropas de refuerzo. El rey Arábigo y los seis caballeros de la Ínsula Sagitaria y sus hombres atacan. Hacen gran destrozo entre los caballeros de Lisuarte que ya muestran preocupantes signos de fatiga. Los seis caballeros de la Ínsula Sagitaria estragan las filas británicas que empiezan a perder terreno.
Lisuarte ordena el repliegue de sus hombres hacia Luvania mientras él se queda con Cildadán, Norandel, Guilán, Arquisil y otros caballeros escogidos, protegiendo la retaguardia. Lisuarte y sus caballeros se comportan con bravura, heroicamente, pero la superioridad enemiga es aplastante. Muchos mueren en esta fase de la batalla. La presión enemiga los empuja contra los muros de la villa. Arbán y Grumedán (que lleva la enseña real) son derribados. Lisuarte está apunto de ser apresado, pero sus amigos lo agarran y lo meten por la fuerza en el interior de Luvania. Las puertas se cierran. Pocos hombres del grupo de Lisuarte consiguen ponerse a salvo.

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