miércoles, 20 de octubre de 2010

Libro IV, Capítulo 114

Nasciano se reune con Lisuarte y le cuenta lo hablado con Perión. Lisuarte lo deja en su tienda y se retira a parlamentar con sus aliados. Va a la tienda de Gasquilán, el rey de Suesa, que aún estaba postrado en cama a causa de su pelea con Amadís. Lisuarte a convocado allí a Cildadán y al resto de caballeros principales, tanto suyos como romanos. Les comunica la propuesta de Perión callando lo referente a la relación entre Amadís y Oriana, y les pide su parecer, sobre todo a los romanos que han sufrido tan alta pérdida. Cildadán y Gasquilán están de acuerdo con lo que decida Lisuarte pero le ceden la palabra definitiva a los romanos. Habla Arquisil. Dice que si Patín estuviera vivo, a él le correspondería decidir. Como ha muerto tanto Arquisil como el resto de romanos aceptarán lo que determine Lisuarte. Complacido por su respuesta, Lisuarte toma la responsabilidad de dar contestación a Perión. Nombra a Arbán de Norgales y a Guilán el Cuidador como los negociadores de la paz. Luego se reune con Nasciano, le comunica el nombre de sus interlocutores y le pide que vuela con Perión para darle la respuesta. Lo mejor es que cada bando se retiren del campo de batalla mientras duren las negociaciones. Lisuarte tiene intención de retirarse con su ejército a la cercana villa de Luvania. Nasciano queda complacido con la respuesta de Lisuarte. El ermitaño no solo sabe de cosas divinas, también tiene conocimiento de cosas más mundanas. En su juventud fue un afamado caballero en la corte del rey Falangriz. Nasciano le pide que fije un día para que se reunan los negociadores de ambos bandos en un punto neutral a mitad de camino.
Nasciano regresa con Perión y le cuenta el resultado de sus gestiones. Perión acepta levantar el campo y retirarse.
Al día siguiente, al son de trompetas y añafiles, ambos ejércitos empiezan a retirarse. Este movimiento es advertido de inmediato por el rey Arábigo que los vigila montaña arriba.

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