jueves, 21 de octubre de 2010

Libro IV, Capítulo 115 (1de 2)

El rey Arábigo y sus aliados (Barsiñán y Arcaláus) llevaban un tiempo apostados en lo alto de las montañas vigilando las tropas de Lisuarte y Perión. Habían enviado varios espías para que escudriñaran ambos reales. La intención del rey Arábigo era actuar cuando el desgaste del combate debilitara a ambos ejércitos. Pero llegan los espías con noticias adversas: se están levantando los dos reales sin que la derrota de uno de los bandos se haya producido. El rey Arábigo, temiendo algún tipo de aveniencia entre Lisuarte y Perión, decide atacar a Lisuarte antes que a los hombres de Amadís. Espera obtener más de la derrota del rey británico. Retrasa el ataque hasta la noche. Envía a su sobrino Esclavor, experto guerrero, con diez hombres para que sigan el rastro del ejercito de Lisuarte.
El rey Lisuarte, aunque desconoce su paradero, ha desconfiado de la gente del rey Arábigo desde el principio. Gente suya de la comarca le avisan de movimientos de tropas enemigas por los cerros de aquellas sierras. Lisuarte sabe lo maltrechas que están sus tropas tras la batalla. Posiblemente no resistirían un ataque del enemigo. Convoca al rey Cildadán y al resto de sus capitanes. Les da a conocer los informes de sus espías. Ordena que la tropa se mantenga alerta y bien armada, preparada para un posible ataque. Todos acatan las órdenes marcialmente. Grumedán y Brandoibás le dicen reservadamente al rey que le cuente la situación a Perión por si fuera necesaria su ayuda, pues el rey Arábigo es tan enemigo de Lisuarte como de Perión. Además, dicen, solicitar su ayuda puede afianzar la paz recién conseguida. Pero Lisuarte, más deseoso de conservar su honra que su vida, les contesta que piensen solo en responder duro a ese posible ataque y no buscar a otro para que les saque las castañas del fuego. Luego envía a Filispinel  al mando de una avanzadilla de veinte hombres. Permite que el resto de la tropa descanse. Su ejército ya se había desplazado más de cuatro leguas desde el emplazamiento del real. El objetivo es alcanzar Luvania y eludir un peligroso ataque nocturno, teniendo en cuenta lo maltrechos y extenuados que están sus hombres.
Filispinel no tarda en descubrir en las montañas a los espías de Esclavor. Deduce acertadamente que las tropas del rey Arábigo están cerca y envía un aviso urgente a Lisuarte. El rey conduce con rapidez a sus hombres hacia Luvania. Es una plaza débilmente fortificada, pero mejor defenderse ahí que luchar a campo abierto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario