domingo, 3 de octubre de 2010

Libro IV, Capítulo 111 (4 de 4)

Arbán de Norgales advierte que los romanos van perdiendo terreno y recomienda a Lisuarte que retrocedan con ellos para no quedarse al descubierto, con grave riesgo de sus vidas. El rey Lisuarte avisa a Cildadán y mandan hacer una retirada ordenada, aguantando la acometidas enemigas, hasta ponerse a la altura de sus aliados romanos. Entonces, Norandel, Guilán, Cendil de Ganota y Landín se pasan a las filas romanas para reforzarlas, aunque ese esfuerzo parece en vano pues todos tienen la impresión de que la batalla ya está perdida.
Amadís valora la situación: por el lado romano ve como han recogido el cuerpo de Patín y empiezan a retirarse y desperdigarse. En el otro lado, ve como Lisuarte resiste a duras pena las acometidas de sus adversarios. En consideración a su amada Oriana y por deferencia por los buenos tiempos pasados con Lisuarte, se acerca a Perión en compañía del conde Galtines. Como el ocaso ya está próximo, le propone que cese el combate. Perión, hastiado de tanta muerte estéril de caballeros tan nobles, acepta la propuesta. Agrajes, enterado de la decisión, se acerca furioso e increpa a Amadís por desaprovechar la oportunidad de aniquilar a los enemigos. Amadís responde que cuando caiga la noche va a ser difícil de distinguir amigos de enemigos. Pero Agrajes adivina cuales son las verdaderas razones de Amadís y acepta su decisión a regañadientes. Aunque le dice que "si no quiere vencer, no tendrá derecho a señorear y quedará como simple caballero andante".
Cuadragante, como irlandés que es, aprecia y respeta al rey Cildadán. Por eso también se alegra de la decisión de detener el combate. Perión y Cuadragante comienzan a apartar a los caballeros que pelean en sus cercanías. Amadís y Gastiles hacen lo mismo por su lado. El rey Lisuarte que veía todo perdido pero estaba dispuesto a morir en el campo de batalla, se sorprende de que sus adversarios dejen de luchar. Cildadán le recomienda que aprovechen la oportunidad que les brindan los contrarios y que se retiren. Así se hace: Arbán de Norgales, Guilán el Cuidador, Arquisil y Flamíneo organizan la retirada. Una vez acampados ambos bandos en sus reales, se acuerda una tregua de dos días. Así cada parte podrá recoger a sus muertos y heridos. Los llantos y lamentos por los entierros son muchos, sobre todo por la muerte del Emperador romano, pero no se detallarán para no resultar enojoso o prolijo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario