martes, 25 de enero de 2011

Libro IV, Capítulo 127 (3 de 3)

Mientras la arrastraban, Darioleta se lamentaba voz en grito:"¡Ójala el rey Perión o alguno de tus hijos estuviera aquí para ayudarnos!". Cuando Balán la oye, le pregunta:"¿Quién es ese Perión? ¿Acaso el padre del famoso Amadís?¿Le conoces?" Cuando Darioleta le respondió afirmativamente, Balán le propuso que fuera en busca de Amadís para defenderla, ya que fue quien mató a su padre Madanfabul y arde en deseos de venganza. Le proporcionó un marinero y un barco y le indicó que se llevara el cuerpo de su hijo para mejor convencer a Amadís. El gigante le prometió que mantendría su palabra en caso de que fuera vencido.
Amadís escucha compungido el desventurado relato de la dueña y confía en Dios para reparar y vengar su pérdida.
Navegan dos días más. Al alba del tercero divisan una pequeña isla por babor. Amadís le pregunta al marinero por ella. Éste le dice que es una pequeña posesión del rey Cildadán llamada la Ínsula del Infante. Amadís decide detenerse en ella para descansar un poco y avituallarse. Nada más desembarcar aparece un caballero que sale a recibirles. Les pregunta quienes son. Amadís le dice que es un caballero está ayudando a la dama que le acompaña. Va a liberar a su familia, presa en la Ínsula de la Torre Bermeja. Su intención es pelear con Balán, señor de aquella tierra. El caballero de la ínsula se ríe desdeñosamente al conocer las intenciones de Amadís. Le aconseja que desista en su empeño: Balán es el guerrero más fuerte del mundo, ni siquiera Amadís con ayuda de sus hermanos Galaor y Florestán podrían con él, cuanto menos un simple caballero como él. 
Amadís le responde que confía en Dios para superar esta prueba y solo le pide al caballero que le suministre algunos víveres.
El caballero no solo le da viandas gustosamente sino que se ofrece para acompañarlos y ver como acaba este conflicto

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