miércoles, 19 de enero de 2011

Libro IV, Capítulo 126 (3 de 3)

Una vez finalizados los festejos de boda, Arquisil decide tornar a Roma. le acompañarán Florestán y sus respectivas esposas. Sardamira se encargará de llevar los cuerpos de Patín, Salustanquidio y Floyán. Amadís libera a todos los prisioneros romanos. Cuando la flota romana, que estaba en Vindilisora, llega a la Ínsula Firme, el Emperador y los suyos emprenden el viaje de vuelta a casa.
El resto de reyes y señores también se preparan para volver a sus países. Antes se reunen para decidir el destino del rey Arábigo, de los caballeros de Sansueña y del resto de prisioneros. Amadís le dice a Lisuarte que si tiene intención de partir pronto, lo haga en cuanto quiera, sin más compromiso. Lisuarte le agradece su hospitalidad pero, efectivamente, desea retornar a Gran Bretaña. Amadís le dice que decidirá sobre el destino de los prisioneros con ayuda de Perión.
Lisuarte, antes de marcharse, se reune con todos los caballeros en la gran sala del alcázar. Ante toda la concurrencia, se dirige a Cildadán. Le agradece su lealtad y sus grandes servicios y, por último, le libera de su compromiso de vasallaje. Cildadán le agradece su gesto y vuelve a comprometerse con Lisuarte, reafirmado su lealtad. Todos alaban la decisión de Lisuarte, sobre todo Cuadragante, que no podía sufrir el ver a su sobrino y rey y a sus compatriotas sometidos a un país extranjero.
Lisuarte le pregunta a Cildadán sobre sus planes. El irlandés le responde que se queda para ayudar a su tío a conquistar el Señorío de Sansueña. Lisuarte le ofrece hombres de apoyo, pero Cildadán declina la oferta, pues piensa que sus hombres son suficientes para este menester.
Lisuarte y su gente se van. Amadís y Oriana los acompañan durante una jornada y luego retornan a la Ínsula Firme. Como el reino Arábigo es colindante con Sansueña, Cuadragante y Bruneo acuerdan ir juntos y ayudarse en sus respectivas conquistas. Galaor y Dragonís deciden ir juntos para conquistar la Profunda Ínsula. Galvanes les ofrece su ayuda y aportará tropas de Mongaza. Se van Galaor, Briolanja, Dragonís, Galvanes y Madasima.
Amadís le pide a Agrajes que se quede con él, pero el escocés decide partir con sus tropas en apoyo de Bruneo. también se apuntan a la expedición Brian y Angriote de Estravaus. Así, Bruneo parte con sus amigos y con tropas de España, Escocia, Irlanda, Bohemia y Gaula, amén de los hombres del marqués de Troque, su padre.
Le piden a Grasandor que se quede con Amadís y le sirva de compañero, cosa que hace con pena, pues su deseo era unirse a los expedicionarios. Pero su estancia en la Ínsula Firme no será ociosa. En colaboración con Amadís hará grandes cosas, como veremos.
Cildadán, que tanto aprecia a Cuadragante, porfía por acompañarle en su empresa, pero su tío no se lo permite y le convence para que vuelva a Irlanda, con su esposa la reina, y para dar las buenas nuevas a sus súbditos.
Gastiles ya había enviado a las tropas imperiales de vuelta a Constantinopla al mando de Saluder. El sobrino del Emperador de Constantinopla se había quedado para ver el final de la aventura e informar cumplidamente y de primera mano a su tío. Ahora le pesa haber despedido a sus tropas y no poder apoyar a Bruneo y Cuadragante. Él mismo se ofrece para luchar junto a ellos. Amadís declina su oferta. Le dice que ya ha hecho mucho por ellos y es preferible que vuelva a Constantinopla para agradecer al Emperador su ayuda y transmitirle la lealtad y gratitud de los insulofirmeños. Le manda recuerdos para Leonoreta y Menoresa y decirles que no olvida su promesa de enviarles un caballero de su linaje para que las sirva. Gastiles se despide y vuelve a su patria.
Perión y su esposa también emprenden el camino de vuelta a Gaula.
Una gran flota parte a la conquista de Sansueña y el reino Arábigo. En la Ínsula Firme quedan Amadís, Oriana, Grasandor, Mabilia, Melicia, Olinda y Grasinda. También lo hacen Esplandián, el rey de Dacia y los otros donceles, a la espera de ser nombrados caballeros.

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