sábado, 30 de enero de 2010

Libro III, Capítulo 65 (3 de 3)

Cuando el barco pasa cerca de la peña, la giganta les dispara flechas a destajo. Una de ellas le atraviesa el muslo a Bruneo. La giganta resbala y cae al agua. Desde el barco le disparan flechas, pero ella las esquiva buceando hasta la orilla. Cuando sale del agua, Amadís y Cildarán consiguen herirla con sendas flechas. La giganta consigue huir con las saetas clavadas en su cuerpo y se esconde entre los arbustos. Los del barco quieren desembarcar para atraparla y matarla, pero la gravedad de la herida de Bruneo les hace desistir de la idea. Deciden continuar viaje hasta la Gaula. Llevan a dos prisioneros del gigante, naturales de la Gaula, que les cuentan la historia de la giganta enfatizando su maldad. Andandona aún tiene tiempo a encaramarse a un otero y, con el puño en alto, gritarles agrias amenazas. Ya en alta mar, Amadís le cuenta a Galaor los últimos acontecimientos: su distanciamiento de Lisuarte, la boda de Madasima y Galvanes, la expedición a Mongaza. Galaor se entristece con estas nuevas. En un aparte le pregunta por la razón que le impulsó a apartarse del mundo bajo el nombre de Beltenebros. Amadís le contesta con evasivas y Galaor no insiste. Llegan al pueblo de Mostrol en la Gaula donde les esperan el rey Perión y la reina. Amadís les envía un mensajero que les dice que viene acompañado de Bruneo y Cildadán, pero nada dice de Galaor. Perión se alegra, pues sabía el afecto de Bruneo por sus hijos y de Cildadán pensaba obtener noticias de Galaor. Amadís y Galaor desembarcan y se dirigen directamente al castillo a ver a su madre. Se hacen anunciar sin desvelar su identidad hasta el último momento. La reina cuando los ve, se desmaya de la emoción: no veía a Galaor desde que fue raptado por el gigante. Sus hijos la atienden presto, y cuando se recupera, todo son alegrías y alharacas. Amadís le habla de la herida de Bruneo. La reina lo dispone todo para atenderlo. Melicia se ofrece para cuidarlo. Amadís pondera las virtudes caballeriles de Bruneo,... además de ser un amador de excepción, como demuestra su paso por el Arco de los Enamorados (con gran sonrojo de Melicia, enamorada de Bruneo). Llega Perión acompañado de Cildadán. Más besos, abrazos y lagrimas de emoción. Traen a Bruneo y lo alojan en palacio. La reina y Melicia se encargan personalmente de su cuidado. La reina se va y Melicia y Bruneo cuchichean un rato. Melicia le cambia la cura y lo deja descansar. Al salir de la alcoba se tropieza con Lasindo, escudero de Bruneo, que ya estaba en el ajo. Intercambian palabras al respecto.
Galaor se reune con Amadís, Perión y Cildadán. Les pide consejo respecto a su relación con Lisuarte. ¿Debe permanecer con él o irse con Amadís? ¿Tiene que despedirse de Lisuarte o largarse a la francesa? Perión le dice que no hay deshonra en abandonar a Lisuarte para seguir a su hermano. Galaor quiere presentarse ante Lisuarte antes de decidir si lo abandona o no. Cildadán lo acompañará, ya que la derrota sufrida ante Amadís lo ha puesto a servicio de Lisuarte. Zarpan al día siguiente con destino a Gran Bretaña.
Mientras tanto, Lisuarte ha conocido la derrota de su ejercito en Mongaza y prepara un rápido contrataque. Tres días antes de embarcar sale de cacería acompañado de su mujer y su hija, para relajarse antes de la batalla. Pero su mente está en la derrota de Mongaza.

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