miércoles, 13 de enero de 2010

Libro II, Capítulo 64, segunda parte

Lisuarte, tras la misa matutina, sale de paseo y se tropieza con los caballeros de la Ínsula Firme. Los recibe con honores. Galvanes solicita el derecho a defender a las doncellas. Lisuarte le responde que no teman, que resolverá lo que crea más justo. Al día siguiente, Lisuarte asiste a la misa junto a los doce caballeros. Luego hace venir a Brocadán y Gandandel. Ymosil y Ledaderdín piden su derecho a defender a las doncellas. Gandandel responde que ellas aceptaron responder con sus vidas si el rey Lisuarte no obtenía la ínsula del Lago Ferviente. Como Gromenesa se ha negado a entregarla, las doncellas deben morir. Ymosil opina que no. Gandandel opina que sí. El rey tiene que decidir. Todos se retiran. El rey se queda acompañado de algunos caballeros. Lisuarte le pide consejo a Argamón, su tío, conde honrado e inteligente. Pero éste le dice que la decisión es única y exclusivamente suya. Lisuarte decide escuchar las alegaciones de las doncellas. Las traen. Los caballeros de la Ínsula Firme se ofrecen como sus valedores. Madasima acepta la proposición. Ymosil exige que se presenten doce caballeros que justarán contra ellos. Gandandel y Brocadán no abren la boca. El rey despide a todos hasta el día siguiente. Habla a solas con los consejeros. Les dice que ellos o sus hijos deben responder al desafío. Ya en su casa, Brocadán y Gandandel hablan con sus hijos, que se muestran reticentes a aceptar el reto.
Por fortuna, esa noche llega un mensaje del conde Latine: Gromenesa ha muerto y el conde se ha apoderado de todos los castillos del Lago Ferviente. Al día siguiente, Lisuarte libera a las doncellas. Madasima se compromete en matrimonio con Galvanes. Ymosil tercia ante el rey por Madasima. Le pide que no la deje sin herencia. Lisuarte responde que ya ha cedido Mongaza a su hija Leonoreta. Galvanes insiste en que cambie de opinión. Lisuarte no da su brazo a torcer. Galvanes le amenaza con recuperar las posesiones de su novia por la fuerza con ayuda de Amadís. Florestán insinúa la misma idea pero más suave. Brián reitera sobre lo mismo y se declara amigo y compañero de Amadís. El ambiente se caldea por momentos. Varios caballeros se levantan. El rey alza la vara para calmar los ánimos. Llegan Angriote y Sarquiles y se presentan ante el rey. Angriote acusa a Gandandel y Brocadán de desleales y falsos. Les acusa de haber obligado a marcharse a Amadís con malas artes y consejos felones. Gandandel recuerda los buenos servicios que ha prestado a Falangriz y Lisuarte y acusa a Angriote de querer desprestigiarlo. Sarquiles cuenta como oyó la conversación entre Brocadán y Gandandel que confirma su deslealtad. Y si ellos, por razón de edad, intentan eludir el reto, que sean sus hijos quienes respondan. Aparece Adamas, hijo de Brocadán y sobrino de Gandandel. Acusa de mentiroso a Sarquiles y lo reta. Sarquiles lo acepta. Todos se retiran a la espera del duelo, al día siguiente.

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