domingo, 20 de marzo de 2011

¡ÚLTIMO CAPÍTULO! Libro IV, Capítulo 133 (6 de 7)

Un servidor anuncia que una dueña ha salido de la Gran Sierpe y se acerca. Es Urganda la Desconocida. Salen a su encuentro y se topan con ella casi a las puertas de la huerta. Viene montada en un palafrén y acompañada de dos enanos. Galaor la ayuda a bajar del caballo. Todos la saludan cortésmente. Urganda les recuerda que ya había predicho que volvería a verlos a todos reunidos en la Ínsula Firme. Pero antes de hablar del asunto que la trae ahí, quiere hablar con Oriana y consolarla de su pena.
Oriana la recibe entre sollozos y, ya que Urganda es capaz de ver el futuro, la recrimina por no haber puesto remedio. La acusa de haber fallado a Lisuarte que tanto la estima. Oriana se desploma sobre su asiento y se tapa la cara con desesperación.
Urganda se arrodilla junto a ella y la consuela. Le recuerda que estas tribulaciones actuales son inherentes a la alta posición que disfruta. Y es que Dios, aunque nos hizo de la misma masa y naturaleza e iguales ante la muerte, nos dio muy diversos bienes en este mundo: a unos hizo señores, a otros hizo vasallos [...]
Las cosas malas que trae la vida se compensan con las buenas y allí es donde hemos de hallar el consuelo. Le responde a Oriana sobre sus reproches. Aunque ya sabía lo que le iba a pasar a Lisuarte, como profetizó con oscuras palabras anteriormente, no estaba en su mano la posibilidad de evitarlo. Sin embargo, ahora ha venido para traer remedio a la tristeza de Oriana.
A continuación se aparta de Oriana y se dirige a los caballeros que estaban prestos a partir en busca de Lisuarte. Les recuerda como vaticinó que volvería a la Ínsula Firme cuando Esplandián fuera nombrado caballero. Urganda les recomienda que no salgan en busca de Lisuarte, pues no hay caballero en el mundo que lo pueda encontrar si Dios no permite que lo encuentre. Les dice que les hará nuevas revelaciones, pero deben acompañarles esa noche a la Gran Sierpe. También deben ir Esplandián, Talanque, Maneli el Mesurado, el joven rey de Dacia y Ambor, el hijo de Angriote.
Los caballeros quedan atónitos sin saber que hacer o decir. Al final deciden aceptar la invitación de Urganda.

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