miércoles, 22 de diciembre de 2010

Libro IV, Capítulo 124

Dragonís, primo de Amadís y Galaor, mancebo honrado y esforzado, destacado caballero en la guerra de Mongaza, no estaba presente cuando se acordaron todos estos matrimonios porque había partido del monasterio de Luvania con una doncella a la que le había prometido un favor: combatió por ella con Angrifo, señor del Valle del Fondo Piélago que había apresado al padre de la doncella. Fue una lucha dura y cruel porque Angrifo era un difícil rival. Al fin, Dragonís consiguió vencerle y liberó al padre de la doncella. Ordenó al caballero vencido que antes de veinte días se personase en la Ínsula Firme y se pusiese a merced de Oriana. Luego, como estaba cerca de Mongaza, se acercó a visitar a sus amigos Galvanes y Madasima. Estando allí, llegó el mensaje de Lisuarte que les invitaba a acompañarle a la Ínsula firme. Con ellos, pues, llegó Dragonís al señorío de su primo. Allí presenció los casamientos que Amadís había acordado. Dragonís estaba contento por la suerte de sus compañeros, pero Amadís se da cuenta que no es justo que deje así a su primo. Se reune con él y le cuenta como tras la batalla de Luvania, el rey de la Profunda Ínsula huyó con graves heridas. Luego, por medio de un escudero del rey Arábigo, se enteraron de que había muerto en el barco. Amadís ha decidido ceder la posesión de la Profunda Ínsula a Dragonís y que éste, a su vez, ceda sus derechos al señorío paterno a su hermano Palomir. Además le propone que se case con Estrelleta.
Dragonís tenía otros planes: ir con Bruneo y Cuadragante y ayudarles a ganar sus propios señoríos, y luego, visitar al Florestán, flamante nuevo rey de Cerdeña, buscar nuevas aventuras en Roma y por último, retornar con Amadís. Pero, acatando la voluntad de su primo, acepta todas sus sugerencias. 
Amadís le pide a Lisuarte el ducado de Bristoya para Guilán el Cuidador y que le permita casarse con la duquesa a quien ama. Amadís, que tiene preso al duque, se lo entregará a Lisuarte. El rey acepta la propuesta pues siente gran cariño tanto por su yerno como por Guilán. Además el duque debe pagar por sus felonías. Guilán agradece a Amadís sus gestiones y le quiere besar las manos. Amadís no se lo permite y lo abraza.

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