miércoles, 15 de diciembre de 2010

Libro IV, Capítulo 122 (6 de 6)

Cuando el ataque simultáneo de Bruneo y Angriote se produce, se encuentran con el real vacío. Se dan cuenta de la huida enemiga y empiezan la persecución. Al principio es muy dificultosa por la falta de luz, pero cuando llega el alba divisan al ejército del duque y se lanzan sobre ellos. Alcanzan a la infantería, los heridos y el fardaje (intendencia). Los que van a caballo han acelerado la huida abandonando a sus compañeros más lentos a su suerte. Los hombres de Angriote y Bruneo hacen gran destrozo entre los rezagados: matan a unos y apresan a otros. Luego regresan victoriosos a la villa. Mandan traer a la reina que encuentra alborozada a sus hijos sanos y salvos y la villa liberada. Angriote y sus amigos le piden licencia a la reina para volver a la Ínsula Firme. Ella les ruega que permanezcan en Dacia dos días más, para ver la coronación de Garinto como nuevo rey y presenciar la ejecución del duque. Ellos responden que asistirán gustosos a la coronación pero prefieren que el ajusticiamiento del duque sea después de que se hayan marchado.
Se quedan, pues, para la coronación de Garinto, que se culmina sin novedad y en un ambiente festivo. Bruneo y Angriote son los encargados de colocarle la lujosa corona en su cabeza. Los dacios obligan al duque a que asista a la ceremonia y es insultado por la plebe. Los insulofirmeños le piden a la reina que se lo lleven, pues no quieren ver humillado e injuriado al vencido. La reina quiere recompensarles con oro y joyas. Ellos declinan la oferta. Solo aceptan como recompensa cuarenta perros de caza (lebreles y sabuesos) que se crían de muy buena raza en ese país. La reina les pide que se lleven al joven rey a la Ínsula Firme para que, al lado de Amadís, adquiera las virtudes de buen caballero que poseen todos los caballeros de la Ínsula Firme. La reina les proporciona una fusta para que navegen de regreso a su tierra. Una vez que han partido, la reina ordena que ahorquen al duque.
Angriote y sus amigos llegan sin novedad a la Ínsula Firme. Dan aviso a Amadís de que les acompaña el rey de Dacia. Amadís, en compañía de Agrajes, sale a recibirlos. Saluda cordialmente al joven rey e invita a todos a su palacio.

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