miércoles, 8 de diciembre de 2010

Libro IV, Capítulo 122 (3 de 6)

Angriote y Branfil se ponen al frente de la partida distractora. Salen por una estrecha calle hasta unas huertas cercanas al real del duque.Se topan con unos veinte caballeros. Los atacan y los derrotan con rapidez. Atraídos por el ruido, llegan más enemigos desde el real. Los dos caballeros siguen derribando contrarios sin parar. Sus compañeros, por detrás, van rematando o apresando a los caídos, según el caso. Llega el duque para ver el destrozo que están sufriendo sus hombres. Monta en cólera y se abalanza sobre sus oponentes. Los hombres que escoltan a Angriote y Branfil no soportan este contraataque y se repliegan hacia la estrecha calleja por donde salieron. Los dos caballeros insulofirmeños se quedan solos aguantando los embates del duque y de sus hombres. Consiguen derribar al duque pero la superioridad enemiga es tal que también tienen que retirarse hacia el callejón. El duque ha caído pero no está herido. Recibe el rápido auxilio de sus hombres que le facilitan un nuevo caballo. Se da cuenta de las numerosas bajas sufridas e increpa a sus hombres por ser incapaces de derrotar a dos hombres solos. El duque reagrupa sus fuerzas y se lanza en tromba hacia el callejón. El ataque es tan fuerte que los sitiados tienen que recular un trecho. El duque cree que la victoria está cercana e imprudentemente se adelanta y se interna en la callejuela. Se topa con Angriote al que lanza un espadazo a la cabeza. Éste lo esquiva y le responde con un golpe tan certero y fuerte que logra derribar al duque. Éste cae al suelo totalmente aturdido. Angriote ordena a sus hombres que apresen al duque. Mientras tanto, él y Brafil continúan el contraataque y hacen retroceder a los hombres del duque. Sin embargo, Angriote detiene su ataque: no son suficientes para combatir en campo abierto. Sabiendo que el duque es su prisionero, deciden replegarse y retornar a la villa.
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