sábado, 15 de mayo de 2010

Libro III, Capítulo 80 (4 de 4)

Los tres romanos caen en el primer encuentro. Grumedán y sus compañeros quedan a caballo, ilesos, salvo el Caballero de las Armas Verdes (Bruneo, en adelante el CAV) que sufre una pequeña herida en el costado izquierdo. El CAV le dice a Grumedán que, puesto que los romanos han caído al suelo, descabalguen y continúen la lucha a pie. Así lo hacen. Los romanos se defienden con dureza. Grumedán, empujado por su enfado, se adelanta y queda más expuesto a los golpes. De pronto sufre una grave herida. Sus compañeros reaccionan, redoblan sus golpes y acuden en su ayuda. En poco tiempo los romanos quedan extenuados, sangrando por múltiples heridas, con los escudos rotos y los yelmos abollados. Maganil, viéndose perdido, se retira bajo la ventana de la reina para pedir clemencia. Le persigue el Caballero de los Veros de Oro y Plata (Angriote, en adelante el CVOP) que lo atrapa, le arranca el yelmo y hace ademán de cortarle la cabeza. La reina intercede y le perdona la vida. Grumedán ha derribado a otro romano y de rodillas sobre su pecho le da grandes golpes en la cara con la manzana de su espada. El romano, a voces, pide clemencia y se declara vencido. El CAV hace huir del campo al tercer romano y se reune con sus compañeros. Los vencedores se presentan ante el rey. El CAV y el CVOP se despiden y retornan junto al Caballero Griego. La doncella-mensajera habla con Lisuarte. Le dice que su merecida fama de hombre justo y defensor de doncellas la va a perder cuando se conozca el trato que está dando a su propia hija. Lisuarte la despide algo mohíno. El CAV y el CVOP vuelven a los barcos para informar a Amadís y a Grasinda de lo cerca que está la fecha de entrega de Oriana a los romanos. Cuentan su exitosa combate y la doncella recuerda que solo faltan dos días para que entreguen a Oriana a los romanos. Llegan a la Ínsula Firme en dos días. Les recibe Gandalín, el resto de caballeros y el pueblo llano de la Ínsula Firme. Grasinda pregunta la causa de tan emotivo recibimiento. El Caballero Griego le confiesa que es Amadís, Señor de la Ínsula Firme. Gandales les recibe con palafrenes para las damas, el más hermoso con adornos de oro para Grasinda. Desembarcan en la playa y allí son recibidos por Agrajes, Cuadragante, Florestán, Gavarte del Val Temeroso, Dragonís, Orlandín, Ganjes de Sadoca, Argomón el Valiente, Sardanán (hermano de Angriote), Pinores y Sarquiles ( ambos hijos de Sardanán), Madansil de la Puente de Plata, Enil y otros caballeros hasta un total de treinta. Todos comen en alegre compañía. En la sobremesa, Amadís habla a la concurrencia: les cuenta su trayectoria caballeril de los últimos años y habla del desatino que Lisuarte reserva para su hija Oriana. Les propone hacer algo para impedirlo. Agrajes está de acuerdo en ayudarle. Y tras él, el resto de de caballeros de la Ínsula Firme, se le unen como un solo hombre. Grasinda se congratula de tanta adhesión y decide quedarse en la Ínsula Firme hasta la resolución de la aventura. Amadís la acomoda en casa de Ysanjo, el gobernador. Helisabad se ofrece como médico de la fuerza de rescate. Una vez preparados, embarcan y se disponen a interceptar a los romanos.

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