jueves, 13 de mayo de 2010

Libro III, Capítulo 80 (3 de 4)

El rey llama a Brojandel de Roca. Le dice que mantiene el compromiso a pesar de tanto consejo en contra. Le anuncia que al cabo de tres días embarcará a Oriana con destino a Roma y que se vaya preparando. Durante estos tres días tendrá a su hija a buen recaudo. Brojandel aprovecha para hacerle la rosca al rey. Opina que, aunque ahora Oriana está triste, cuando llegue a Roma y vea su magnificencia y lujo, olvidará todo su pesar. Lisuarte le concede la mano de Olinda a Salustanquidio, en cuanto entregue a Oriana al Emperador.
Al día siguiente, Maganil y sus hermanos comparecen ante el rey y Grumedán. Les recuerdan la justa que tienen pendiente. Aunque, en consideración a su edad, consienten en desistir si Grumedán se declara vencido. Grumedán se levanta airado y les cita para luchar a la mañana siguiente. Lisuarte le pregunta quienes serán sus compañeros. Grumedán dice que espera la llegada de Galaor y que ellos dos se bastan para derrotar a los tres romanos. Lisuarte se ofrece como su compañero en la contienda. Grumedán, emocionado, abraza llorando a su rey pero declina la oferta para no comprometer a su señor. Grumedán va a su posada y escoge a dos caballeros de su propia casa aunque poco avezados en la caballería. Por la noche oyen la misa e imploran la ayuda divina. Grumedán se dispone a velar sus armas cuando llega una doncella con una carta de Grasinda. Ésta le envía una hermosa espada, regalo del Caballero Griego, y le ofrece la ayuda de dos de sus mejores caballeros. Grumedán acepta espada y caballeros. Sale al campo y se reune con sus nuevos compañeros. Lisuarte, que no los reconoce, hace llamar a la doncella-mensajera y le pregunta por ellos. La doncella responde que el Caballero Griego tiene informes muy favorables sobre don Grumedán y por eso ha decidido ayudarle. Lisuarte no lo demuestra, pero en el fondo está muy satisfecho de que Grumedán reciba una ayuda tan fuerte.
Arbán de Norgales y el conde de Clara son los jueces de la justa por parte de Grumedán. Por parte romana, son Salustanquidio y Brojandel. Llegan los tres romanos, altos y membrudos, acompañados con gran estrépito de gaitas y trompetas. Los romanos exigen que Grumedán se declare vencido o piensan llevarse a Roma su cabeza y la de sus dos compañeros. La reina, preocupada, comenta la situación con Guilán y Cendil. Guilán la tranquiliza un poco.
Se inicia la justa...

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