miércoles, 14 de julio de 2010

Libro IV, Capítulo 97 (1 de 5)

Cuadragante y Brian retornan a la Ínsula Firme. Una tormenta les alcanza y pierden el gobierno de su nave. Cuando la tormenta pasa, descubren que le ha desplazado hasta las cercanías de Sobradisa, el reino de Briolanja. Retoman el rumbo hacia la Ínsula Firme, pero al poco tiempo ven que se acerca un gran navío ricamente engalanado, lleno de caballeros y doncellas. Envían a un escudero en un batel para saber quien viaja en ese barco. Los ocupantes del navío le dicen al escudero que viajan con la reina Briolanja hacia la Ínsula Firme. El escudero les dice que ellos tienen el mismo destino y retorna a su nave para informar a sus amos. La noticia alegra a Cuadragante y Brian y ordenan que su nave se acerque al navío de Briolanja. Los ocupantes del navío reconocen a los caballeros de la Ínsula Firme y avisan a su reina. Briolanja ya sabia por su mayordomo Tantiles de la misión que los había llevado ante Lisuarte. Los caballeros insulofirmeños llegan al navío y se postran ante Briolanja para besarle la mano. La reina no lo permite, los hace levantarse y los abraza cordialmente. Les dice cuanto se alegra de verlos. Les pregunta como han llegado hasta allí. Ellos le cuentan sus peripecias en la corte de Lisuarte y como la tormenta les ha desviado de su rumbo y les ha llevado junto a ella. Briolanja también sufrió la tormenta, pero su navío, más grande y poderoso, de fuertes maromas y pesadas anclas, había resistido sus embates sin gran quebranto. Les dice que ya conocía su misión diplomática gracias a Tantiles. Le había encargado que reclutara un ejercito para ayudar a la Ínsula Firme. Ahora lo ha dejado al gobierno de Sobradisa y Briolanja viaja a la Ínsula Firme para acompañar a Oriana en su destierro. Ahora que la fortuna les ha reunido deciden hacer el viaje juntos. Los caballeros insulofirmeños se aposentan en el navío de la reina.

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