jueves, 29 de abril de 2010

Libro III, Capítulo 78 (2 de 2)

Grasinda y sus compañeros llegan a Tagades. Grinfesa, una doncella hija del mayordomo real y que habla francés, será la mensajera. La engalanan y le dan una carta en latín para Lisuarte y Brisena y la joven parte hacia la corte acompañada por sus dos hermanos y dos escuderos. Al mismo tiempo, el Caballero Griego prepara otro batel donde embarca Lasindo para ir a tierra. Su misión aparente es la de preguntar por su amo Bruneo, pero la real es indagar sobre la situación.
La doncella llega a la villa y pregunta por el palacio real. Se encuentra con Esplandián y con Ambor de Gandel (o de Padel), el hijo de Angriote, que sirven a la reina y han salido a la caza de esmerejones. Esplandián le da sus piezas a Sarguil y se ofrece para acompañar a Grinfesa hasta palacio. Ella acepta su ofrecimiento y Esplandián conduce al grupo ante el rey. La doncella le entrega la carta y le pide que la lea en presencia de la reina. El rey la manda llamar y la reina Brisena acude acompañada de todas sus damas. Leen la carta: Grasinda les saluda y se declara la mujer más bella de Romania. Ahora quiere extender ese título a la corte de Lisuarte. Se proclama s bella que cualquier doncella de la corte de Lisuarte. Y para refrendar esa afirmación cuenta con el Caballero Griego, que la defenderá con el poder de sus armas contra cualquiera que la niegue. Lisuarte accede a dar publicidad a su proclama y les permite desembarcar. Salustanquidio y sus cien caballeros romanos se ofrecen para defender la hermosura de las doncellas de la corte de Lisuarte. Grumedán aconseja esperar hasta que lleguen Galaor y Norandel, a cinco días de distancia, o a que se recupere Guilán el Cuidador. Lisuatre no quiere esperar y le da la oportunidad a Salustanquidio. Éste, además, reta a Grumedán y a sus caballeros, una vez que acaben con la primera contienda contra el Caballero Griego. Grumedán acepta el reto y deja un anillo como prenda. Crece la irritación entre los caballeros locales y los romanos. El conde Agramonte pide al rey que ponga paz y éste envía a ambos bandos a sus respectivas posadas. El conde le señala a rey la soberbia de los romanos, de como han menospreciado a sus fieles caballeros y de la inconveniencia de haber concedido la mano de Oriana a Patín. Lisuarte dice que ya ha empeñado su palabra y que no hay marcha atrás. Le pide a su tío Agramón que sea juez en los combates que se avecinan. Lasindo, testigo de los acontecimientos, vuelve al barco para contarlos al Caballero Griego. Le cuenta la decisión de Lisuarte de entregar a Oriana a Patín una vez que acabe el reto de Grasinda. Amadís se alegra de que sus rivales sean los romanos y no su hermano Galaor que ya le puso en grandes apuros en otra ocasión. Todos se van a dormir, a la espera de los acontecimientos del día siguiente.

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