viernes, 23 de abril de 2010

Libro III, Capítulo 76 (1 de 3)

La Expedición de Patín pasa por Lombardía. Desde allí embarcan hacia Gran Bretaña. Llegan al puerto de Fenusa, donde se encuentra Lisuarte y su corte. Les recibe cordialmente, escucha su petición y les pide un mes de plazo para dar su respuesta a Patín. Mientras, acuerdan que Sardamira y sus doncellas se alojen en Miraflores, junto a su hija Oriana. El rey intuye que su hija no está muy inclinada al casamiento y con la cercana compañía de Sardamira, que le hablará de las maravillas de Roma, espera que cambie de parecer. Sardamira parte hacia Miraflores escoltada por Don Grumedán y por los caballeros romanos y sardos (pues era reina de Cerdeña). Acampan junto a un río y cinco caballeros dejan sus escudos fuera de las tiendas. Grumedán les advierte que dejar los escudos a la vista es una provocación y que cualquier caballero que pase se sentirá obligado a retarles. Los caballeros responden que conocen esa costumbre y que los han dejado así adrede. Al poco rato pasa por ahí Florestán que regresaba de una larga e infructuosa expedición en busca de su hermano Amadís. Sabedor de la llegada de los romanos, se acerca para preguntar por alguna novedad sobre su hermano. Se acerca a las tiendas, que tenían las alas levantadas y se queda absorto contemplando la belleza de Sardamira. Una de sus doncellas le afea su conducta y le señala los escudos de los caballeros romanos. Florestán se excusa. La doncella le exige que se marche o se verá las caras contra los romanos. Florestán se envalentona y pretende vencer a los cinco y llevarse sus escudos a la Ínsula Firme. Grumedán, que estaba cerca, escucha todo en silencio y complacido. Florestán se acerca a los escudos y los toca uno a uno con la punta de su lanza. Luego se aparta y se prepara para el inicio de la justa. Los romanos montan en sus caballos y se lanzan en tropel sobre Florestán, que debe pararlos y recordarles que según las reglas de la justa, deben enfrentarse a él de uno en uno y siguiendo el orden establecido por él mismo al tocar sus escudos. Grumedán lo confirma y se ofrece para sustituir a Florestán, en el caso de que fuera vencido en las primeras justas. Florestán se prepara para los combates singulares.

1 comentario:

  1. Como mola lo de los romanos. Estos tios se pegan de hostias con quien haga falta, si señor.

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