La Expedición de Patín pasa por Lombardía. Desde allí embarcan hacia Gran Bretaña. Llegan al puerto de Fenusa, donde se encuentra Lisuarte y su corte. Les recibe cordialmente, escucha su petición y les pide un mes de plazo para dar su respuesta a Patín. Mientras, acuerdan que Sardamira y sus doncellas se alojen en Miraflores, junto a su hija Oriana. El rey intuye que su hija no está muy inclinada al casamiento y con la cercana compañía de Sardamira, que le hablará de las maravillas de Roma, espera que cambie de parecer. Sardamira parte hacia Miraflores escoltada por Don Grumedán y por los caballeros romanos y sardos (pues era reina de Cerdeña). Acampan junto a un río y cinco caballeros dejan sus escudos fuera de las tiendas. Grumedán les advierte que dejar los escudos a la vista es una provocación y que cualquier caballero que pase se sentirá obligado a retarles. Los caballeros responden que conocen esa costumbre y que los han dejado así adrede. Al poco rato pasa por ahí Florestán que regresaba de una larga e infructuosa expedición en busca de su hermano Amadís. Sabedor de la llegada de los romanos, se acerca para preguntar por alguna novedad sobre su hermano. Se acerca a las tiendas, que tenían las alas levantadas y se queda absorto contemplando la belleza de Sardamira. Una de sus doncellas le afea su conducta y le señala los escudos de los caballeros romanos. Florestán se excusa. La doncella le exige que se marche o se verá las caras contra los romanos. Florestán se envalentona y pretende vencer a los cinco y llevarse sus escudos a la Ínsula Firme. Grumedán, que estaba cerca, escucha todo en silencio y complacido. Florestán se acerca a los escudos y los toca uno a uno con la punta de su lanza. Luego se aparta y se prepara para el inicio de la justa. Los romanos montan en sus caballos y se lanzan en tropel sobre Florestán, que debe pararlos y recordarles que según las reglas de la justa, deben enfrentarse a él de uno en uno y siguiendo el orden establecido por él mismo al tocar sus escudos. Grumedán lo confirma y se ofrece para sustituir a Florestán, en el caso de que fuera vencido en las primeras justas. Florestán se prepara para los combates singulares.
viernes, 23 de abril de 2010
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Como mola lo de los romanos. Estos tios se pegan de hostias con quien haga falta, si señor.
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