domingo, 25 de abril de 2010

Libro III, Capítulo 77

Sardamira se reía recordando como Patín, que había venido a Gran Bretaña a medirse con otros caballeros por amor a ella, nunca le había contado su derrota frente a Amadís. Sardamira le pide a Grumedán que vaya en busca de Florestán y que le pida que sea su escolta hasta Miraflores, ya que ha dejado tan maltrechos a sus caballeros. Sardamira envía la ermita redonda a la primera doncella con una carta de presentación y con cuatro escuderos en busca de Florestán. La doncella se reune con el caballero y le transmite la petición de la reina. Florestán acepta gustoso. La doncella cena con él y luego charlan un rato. Por la noche, la aloja en la ermita y él duerme bajo unos árboles. Al día siguiente se reunen con Sardamira y Grumedán. Florestán le cuenta a Grumedán que ha enviado los escudos de los romanos a Gandales que está en la Ínsula Firme. Florestán, cuando llega ante la reina, quiere besarle la mano pero Sardamira se lo impide y pone su mano en su loriga en señal de reconocimiento y confianza. Le agradece su ayuda. Florestán pide perdón por su atrevimiento del primer día y se poner a su total disposición. Envían a los caballeros heridos a una villa cercana donde los curarán. El resto de la expedición se pone en marcha hacia Miraflores. Oriana la recibe con cordialidad aunque le apena el motivo por el que han venido a Gran Bretaña, pero se alegra mucho al ver a Florestán y don Grumedán. En un aparte pregunta a Florestán por los motivos del despego y alejamiento de él y de sus amigos de la corte de Lisuarte. Y llora reconociendo en el rostro de Florestán los rasgos de su hermano, su amado Amadís. Y por su mente cruza la idea de suicidio, arrojándose al mar, si su padre la obliga a casarse con Patín. Florestán la consuela diciendo que Amadís seguramente está bien haciendo grandes hazañas por lejanas tierras. Sardamira, que oye mentar a Amadís, se lamenta de que Patín lo odie tanto. Ella dice que solo hay un caballero a quien detesta más : uno que luchó junto al rey Tafinor de Bohemia y que mató a Garadán, el segundo mejor caballero romano tras Salustanquidio y que liberó a Bohemia del yugo romano. Este caballero, de nombre desconocido, se hacía llamar el Caballero de la Verde Espada o Caballero del Enano. Iba acompañado de un enano y portaba una espada verde. Al oír la descripción, Florestán, Oriana y Mabilia reconocen a Amadís. Todos se retiran a descansar.
Oriana se reune con Mabilia y la Doncella de Dinamarca. Comentan lo dicho por Sardamira y todas coinciden: el Caballero de la Verde Espada es Amadís. Mabilia les cuenta un sueño que ha tenido: estaban todas encerradas en una oscura cámara y Amadís las liberaba y las coloca en lugar seguro en una alta torre. Oriana desea que el sueño se cumpla. Mabilia le recomienda que hable con Florestán para que, de acuerdo con Galaor, impidan el compromiso de Oriana con Patín.
Curiosamente, Galaor ya está aconsejando a Lisuarte en contra de ese casamiento: están ambos cazando y el rey le pide su opinión. Galaor se muestra contrario. Opina que sería ceder el trono de Gran Bretaña a un extranjero, porque Oriana quedaría supeditado a él. Además opina que no es necesario como aliado, pues hasta ahora se han desenvuelto perfectamente sin él. El rey le agradece su opinión, aunque en el fondo le disguste. Galaor le comunica al rey que parte hacia la Gaula por expreso deseo de su padre, Perión. Lisuarte le da permiso pero antes de partir debe dejar por escrito su opinión sobre la boda de Oriana y Patín, por si Lisuarte necesitara de ella cuando se reuna con su Consejo. Galaor está en contra del compromiso tanto porque cree que no beneficia a Gran Bretaña como por sus sospechas de la relación de Amadís con Oriana.
Oriana le pide a Florestán que medie por ella ante Lisuarte para impedir su compromiso con Patín. Florestán quiere ayudarla pero le recuerda que no es vasallo de Lisuarte, que el rey odia a Amadís, su hermano, y que por estas razones, no podrá serle útil. Sin embargo le propone ir a la Ínsula Firme y hablar de su problema con Agrajes y que él intente convencer a Lisuarte. Florestán se dispone para la marcha. Su despedida de Sardamira está cargada de mutua cordialidad (¿o algo más que cordialidad?) . Florestán parte hacia la Ínsula Firme.

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