viernes, 18 de junio de 2010

Libro IV, Capítulo 95 (1 de 3)

Carta de Oriana a su madre: Le habla de cuán desgraciada se sintió por cumplir los deseos de su padre, tanto que deseó la muerte. Le cuenta como fue liberada por los caballeros de la Ínsula Firme y de lo honestamente que ha sido acogida en la isla. Le escribe que varios caballeros de la Ínsula Firme se dirigen hacia la corte de Lisuarte en misión diplomática. Oriana le pide a su madre que interceda por ellos ante su padre.
La reina Brisena decide hablar con su marido y enviar una respuesta con el resultado de sus gestiones por medio de Durín. Lisuarte visita a su esposa en sus aposentos. Brisena se arroja a sus pies, hincada de rodillas, y llorando le muestra la carta de su hija. Tras leerla, Lisuarte le dice que recibirá a la delegación insulofirmeña y escuchará sus razones. Brisena envía un mensaje por medio de Durín: hasta que los caballeros de la Ínsula Firme no lleguen ante Lisuarte no sabrán por qué derroteros irá, si habrá o no concordia. Mientras tanto, le implora a su hija que se comporte como la princesa real que es. Durín regresa a la Ínsula Firme sin noticias halagüeñas.
Una mañana, Lisuarte, tras oír la misa matutina acompañado de sus ricoshombres, recibe la visita de un escudero que trae una carta credencial que entrega al rey. Lisuarte le pregunta quien es su amo. El escudero responde que son Cuadragante y Brian de Monjaste, que han llegado desde la Ínsula Firme por mandato de Amadís. Desean saber si serán recibidos por el rey. Tras meditarlo unos minutos, Lisuarte le responde que la delegación insulofirmeña será recibida y escuchadas sus alegaciones. El mensajero vuelve a su nave con la repuesta real.

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