domingo, 13 de junio de 2010

Libro IV, Capítulo 94

Retrocedemos en el tiempo y vemos que ha ocurrido con Lisuarte: El rey acompaña a su hija hasta los barcos romanos. Oriana está triste y Lisuarte intenta consolarla aunque se mantiene firme en su decisión. Se la encomienda a Salustanquidio y Brojandel y vuelve a su palacio. Allí reina la melancolía: nadie por los pasillos, ni damas ni caballeros. Brandoibás le dice que la reina está llorando en sus aposentos. El rey va en su busca. Cuando Brisena lo ve llegar, se desmaya de la emoción y el disgusto. El rey la coge en brazos y la reanima, aunque luego le reprocha su tristeza, ya que ha convertido a su hija en una de las mujeres más eminentes del mundo.
El rey camina por el palacio. No encuentra a nadie salvo a Arbán y Grumedán, tristes por la marcha de Oriana. El rey, en el fondo acongojado, decide preparar una cacería que le alivie de la melancolía. Al día siguiente se dispone a salir con Arbán cuando se tropieza con algunos romanos supervivientes de la Batalla naval contra la Ínsula Firme que acaban de llegar a la costa. Lisuarte expresa sus condolencias por la muerte de Salustanquidio y se ofrece a ayudarles a liberar a sus compañeros prisioneros y vengar la afrenta. Los manda a la villa junto a la reina pero les pide que no revelen las malas nuevas. Luego, continúa con su cacería durante tres días más. Regresa con la cara alegre pero con el corazón compungido. Visita a su esposa que lo recibe de buena cara. Lisuarte le cuenta como Amadís ha derrotado a los romanos, ha destruido la flota romana y se ha apoderado de Oriana. Lisuarte le dice que está obligado a tomar represalias.
La reina intenta atemperar: ya que su hija había sido entregada en custodia a los romanos, son éstos quienes deben tomar la iniciativa en la venganza. Pero Lisuarte mantiene su decisión y se va. Se reune con Arbán, Grumedán y Guilán. Les cuenta lo sucedido y les pide consejo. Durante varios días medita lo que va a hacer.
La reina recibe la visita de Durín, el hermano de la Doncella de Dinamarca, recién llegado de la Ínsula Firme. Trae una carta de Oriana que le anticipa la llegada de Brian y Cuadragante, y le pide a su madre que interceda ante el rey para que los reciba favorablemente. La reina lee la carta y llora desconsolada.

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