jueves, 31 de diciembre de 2009

Libro II, Capítulo 61

Meditaba Lisuarte un plan para liberar a Arbán de Norgales y a Angriote cuando una nave arriba a su puerto. De ella desembarca una doncella acompañada por dos escuderos y pregunta por el rey. Es una mujer alta, un palmo más alta que cualquier caballero de la corte, hermosa y ricamente vestida. Trae cartas de creencia para el rey y la reina. Viene de parte de Gromadaza, la giganta del Lago Ferviente, aliada de Madasima y de Ardán Canileo el Dudado. Proponen un combate singular entre Ardan Canileo y Amadís. Si vence Amadís liberarán a los dos prisioneros y cederán sus tierras a Lisuarte. Si vence Ardán, quieren el cese de hostilidades y la cabeza de Amadís. Si no acceden, ajusticiaran a los dos caballeros prisioneros. Como garantía, Madasima y doce doncellas más quedarán bajo la custodia real y pagarán con su vida el incumplimiento de lo que se acuerde. En su reclusión estarán acompañadas por el rey Andanguel con dos de sus hijos y nueve caballeros.
Amadís acepta el reto con todas sus condiciones. Incluso invita a la doncella a alojarse junto con sus escuderos en su propia casa, a pesar de que ella le declara un odio mortal. Bruneo se ofrece para sustituir a Amadís en el combate contra Ardán. La doncella se niega pero le reta a enfrentarse a su propio hermano, si se atreve. Bruneo acepta e intercambian gajes. Amadís acompaña a la doncella a su casa y para agasajarla, la aloja en las mejores dependencias. La dejan sola en el cuarto de armas y ella aprovecha para robar la espada de Amadís. Se la pasa a uno de sus escuderos que la lleva a su barco. Amadís ha dejado a Enil para que asista a la doncella, pero ésta desprecia todos los manjares que le ofrece. Antes de acabar la cena decide marcharse. Ya en el barco se reúne con Madasima y con Ardán Canileo y les cuenta el resultado de sus gestiones. Les cuenta como ha hurtado la espada de Amadís. Exultante, Ardán le dice a Madasima que piensa vengarla ganando a Amadís y devolverle sus tierras. A cambio él espera que ella le entregue su amor. Madasima calla. Por un lado necesita a Ardán para cumplir su venganza, por otro, ella es hermosa y él, feo y esquivo. La idea de casarlos ha sido de su madre la giganta.
Historia de Ardán Canileo el Dudado: Natural de Canileo, de sangre de gigantes, era alto pero no gigantesco. Fuerte, de cara ancha y roma, como de perro (de ahí "canileo"), greñudo y crespo, de aspecto leonino. 35 años de edad y diez años de victoriosa carrera caballeril.
Madasima le entrega la espada de Amadís a Ardán.
Vuelven de cacería Agrajes, Florestán, Galvanes sin Tierra y Guilán. Se enteran de todo lo ocurrido y lamentan no haber estado presentes para participar en el combate, sobre toto Guilán conocedor de la bravura en el combate de Ardán. Todos se quejan a Amadís por no contar con ellos. Les explica que se trata de un combate singular y que solo él ha sido emplazado.
Al día siguiente, Amadís y sus amigos reciben a mdasima y al resto de rehenes. Ella, vestida de negro, pero muy hermosa, se inclina ante Amadís que flirtea un rato con ella. Esto inflama de celos a Ardán y se enfrentan dialecticamente: Ardán le amenaza con cortarle la cabeza y Amadís le asegura que le ganará solo con la intención de evitar su matrimonio con Madasima. Esta afirmación irrita a Ardián pero alegra secretamente a Madasima. El combate queda fijado para el día siguiente. El rey ordena cercar un terreno cercano como campo de batalla e invita a Amadís y a sus amigos a pasar la noche en su castillo. Amadís acepta. Gandalín recoge las armas de su amo y descubre que falta la espada. Desesperado informa a su amo. Amadís le dice que no tiene importacia aunque en su fuero interno se preocupa. Le pide que vaya en busca de la espada con la que fue arrojado al mar y que custodia Guilán y que le diga a Oriana que quiere tenerla siempre a la vista durante el combate.
Llega la noche. Amadís se confiesa. Amanece. Amadís se viste para la pugna. Mabilia le trae unas joyas como talismanes que llevará bajo la armadura. Le traen el caballo y parte al combate. Florestán le lleva la lanza, Guilán, el escudo y Bruneo, el yelmo. El rey preside en el campo. Las doncellas y dueñas, en las ventanas. Amadís entra en el campo, mira a su amada y toma ánimo. Llegan los jueces: Grumedán, Cuadragante y Brandoibas. Aparece Ardán Canileo, muy bien armado con la espada robada a Amadís. Oriana se asusta al ver su traza. Grumedán asiste a Amadís y Brandoibas a Ardán. Cuadrante es el encargado de tocar la trompa como señal de inicio. Comienza el combate. En el primer envite, rompen lanzas y ambos caen de sus caballos. Las dos monturas quedan muertas: la de Ardián con el cuello roto, la de Amadís con el espinazo quebrado. Amadís se levanta y saca un trozo de lanza que le ha atravesado el escudo y la manga de la loriga sin herirle. Espada en mano ataca a Ardán. Luchan con bravura. Intercambian duros golpes. La armadura de Ardán es fuerte pero pesada y su espada es la mejor. La armadura de Amadís es más ligera pero menos resistente. Ardán recibe muchos más golpes pero sale indemne. Amadís, con menos golpes recibidos, presenta bastentes deperfectos en su armadura y heridas en sus carnes. Al poco rato, Amadís tiene su escudo destrozado y su cuerpo teñido con su sangre. A pesar de tener la espada casi despedazada, consigue herir varias veces a su oponente. Madasima prefiere la victoria de Amadís. Prefiere perder sus tierras a casarse con Ardán. Oriana que ve sangrar con profusión a su amado, se gira de espaldas porque no puede soportar tal visión. Mabilia la vuelve y la obliga a mantenerse en su puesto. Las dudas sobre la victoria de Amadís comienzan a asaltar a Brandoibas y Grumedán. Cuadragante, que ya fue derrotado por Amadís, les contradice. Amadís golpea a Ardán en la cabeza con su maltrecha espada, que al golpear el yelmo se parte en tres trozos. Ardán queda algo aturdido, pero al advertir que Amadís está sin espada, se anima y anuncia su victoria voz en grito. Madasima se desespera. Se arrodilla ante la reina Brisena y le pide protección para que evite su casamiento con Ardán. Al parecer la promesa de matrimonio era válida solo si Ardán acababa con Amadís en el tiempo que un hombre recorre media legua, pero ese tiempo ya ha sido rebasado en más de cuatro horas. Se van cumpliendo las profecías de Urganda. Amadís, a la desesperada, se abalanza sobre Ardán, evita un espadazo, le agarra su escudo y, con un hábil movimiento, se lo arrebata. Recoge la punta de una lanza quebrada, y así armado, se enfrenta de nuevo a su rival. Ardán le ataca con saña y le lanza un golpe dirigido a su cabeza. Amadís se protege con el escudo y la espada se clava más de tres dedos en el brocal. Al mismo tiempo consigue herir a su contrincate con la punta de lanza en el brazo derecho. A causa de esta herida, Ardán es incapaz de desenclavar la espada. De esta forma, Amadís recupera su espada. Mabilia informa a Oriana del vuelco en el combate y de la inminente victoria de Amadís. Ardán, desarmado, intenta recuperar su escudo como antes hizo Amadís, pero éste le golpea en el hombro izquierdo, hiriéndole gravemente. Ardán intenta escapar pero Amadís le sujeta por el yelmo y le hace caer de rodillas. Le saca el yelmo y de un certero golpe, le cercena la cabeza. Amadís la recoge y la arroja fuera del campo de batalla. Arrastra el cuerpo hasta una peña y lo arroja al mar. Libera a Arbán de Norgales y a Angriote y se retira a su posada para curar sus heridas. Arbán de Norgales, bajo la protección de su tía la reina Brisena, es curado en palacio. Angriote acompaña a Amadís a su posada y ahí es atendido. Más tarde reciben la visita de homenaje de caballeros, dueñas y doncellas. Mabilia le lleva a Amadís las noticias de su amada.

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