martes, 8 de diciembre de 2009

Libro II, Capítulo 59

Las doncellas cuidan bien de Galaor. Recupera el conocimiento tras tres días de inconsciencia. Ve que se encuentra en una lujosa casa sostenida por cuatro columnas de mármol y cerrada con mallas de hierro. La casa está en una huerta que está cerrada por altos muros. En ellos, Galaor llega a distinguir una pesada puerta de hierro, también cerrada. No recuerda nada posterior a la batalla, no conoce su desenlace y cree que ha sido hecho prisionero.
El rey Cildadán no murió en la batalla. Cuando recobra el sentido se encuentra encerrado en una torre. Desde la ventana de la torre solo puede ver el mar. No ve a ninguna persona pero oye voces en el piso superior.
Galaor recibe la visita de una doncella y de un viejo provecto. La mujer lleva dos cajas, una de hierro y otra de plata. Le dice que quien le ha llevado hasta allí quiere que Galaor haga su voluntad. La doncella ha sido designada para curarle las heridas. En un aparte, ella le cuchichea que el viejo pretende envenenarle, pero que ella ha sustituido el veneno por un ungüento curativo. Luego le comunica al viejo que ya ha embadurnado a Galaor con la pomada ponzoñosa. El viejo le dice que alargue la agonía del caballero al menos quince días más, para satisfacer los deseos de venganza de quien ha encerrado a Galaor en esa torre. Se van, pero al poco vuelve la doncella acompañada de otras dos hermosas jóvenes. Traen comida y se quedan con Galaor, cuidándole y haciéndole compañía.
El rey Cildadán recibe la visita de una dueña de mediana edad y de dos caballeros. Sin mediar palabra, la dueña le cura y le alimenta. Luego se van.
Galaor se recupera con rapidez. Recibe las visitas de la doncella con regularidad. En una de ellas, ella le pide un favor. Galaor accede a concedérselo a cambio de conocer su nombre. La doncella le dice que ya debería saberlo, pues se conocen tiempo ha. Le dice que se llama Sabencia sobre Sabencia y se va. Galaor sospecha que pueda ser Urganda, mutada de aspecto, antes vieja y ahora joven. Mira a las otras doncellas y han desaparecido. En su lugar están Gasaval, su escudero, y Ardián, el enano, ambos dormidos. Los despierta. Ellos le cuentan como han sido llevados hasta ahí. También le hablan de la reaparación de Amadís tras su periodo como Beltenebros.
Urganda, una vez recuperados Galaor y Cildadán, les envía a sus dos sobrinas para su solaz. Son las hijas de su hermana Grimota que tuvo de una relación con Falangriz, rey de Gran Bretaña, hermano de Lisuarte. Se llaman Juliana y Solisa. De tanto solaz y atención, ambas quedan preñadas y darán a luz dos varones: el hijo de Galaor y Juliana será Talanque, el de Cildadán y Solisa, Maneli el Mesurado.
Lisuarte, Amadís y el resto de caballeros supervivientes se dirigen a Fenusa. Allí se reunen con Brisena, Briolanja, Oriana y otras damas. Son recibidos con alegría, especialmente Amadís, por salvar al rey y ser decisivo en la batalla. Briolanja le cuenta como reclutó a más de cien caballeros para buscarle. Amadís le replica que en cuanto sepa de Galaor y ayude en la disputa de Florestán y Landín, la acompañara de regreso a su reino. Luego se irá a su Ínsula Firme para ordenar sus asusntos. Hablan de la Ínsula Firme y Amadís, galante, pondera la belleza de Briolanja. Palabras que entristecen a Oriana, que piensa que Amadís la infravalora. Mabilia se lo intenta quitar de la cabeza, pero luego, cuando se reune con Amadís le aconseja que mida sus elogios para otras mujeres cuando esté en presencia de Oriana y no avivar sus celos. Aclarado el malentendido, se citan en la huerta por la noche para solazarse juntos.
Lisuarte convoca a Amadís, que acude acompañado de Bruneo y Branfil. Ven a Cuadragante cumpliendo la promesa que le hizo a Beltenebros: implora el perdón de Lisuarte y declara haber perdonado a Amadís por la muerte de su hermano, el rey Abiés. Por su parte, su sobrino Landín también declara haber perdonado a Florestán. Todos olvidan su disputa.
Lisuarte planea liberar a Arbán de Norgales y a Angriote de Estravaus, prisioneros en la ínsula Mongaza. Amadís prefiere partir en busca de Galaor, acompañado de Florestán y de Agrajes. Cien caballeros más se ofrecen para ayudarles en su búsqueda.
El rey Lisuarte aparta a Amadís para hablarle confidencialmente...

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