jueves, 22 de octubre de 2009

Libro II, Prólogo

En Grecia, un rey, cuñado del Emperador de Constantinopla, tuvo dos hijos. El mayor, Apolidón, era fuerte y valiente. El rey, presintiendo su muerte, dejó su reino a Apolidón y una gran fortuna al hijo menor. Éste, apocado y envidioso, protestó junto al lecho del moribundo y Apolidón consintió en ceder el reino a su hermano a cambio de la fortuna y de la valiosa colección de libros de su padre. Cuando el rey murió, Apolidón partió en naves cargadas con sus libros y sus riquezas sin rumbo definido. Llegó a la capital del Imperio Romano. Su emperador, Siudán, lo recibió con cordialidad. Apolidón se enamoró de Grimanesa, una hermana del Emperador. Como no les permitieron su enlace, huyeron juntos en sus naves. Llegaron a una isla donde vivía un gigante que los recibió con hostilidad. Apolidón combatió con él y lo venció, tomando posesión de su isla, la Ínsula Firme.
Pasaron los años. El Emperador de Grecia murió sin descendencia y le ofrecieron el trono a Apolidón que aceptó. Partió con su esposa y corte a su nuevo destino, pero antes de marchar, lo dispuso todo para que el próximo dueño de la Ínsula Firme fuera un digno sucesor suyo: colocó una estatua mágica que hacía sonar una trompa que aturdiría y dejaría maltrechos a aquellos caballeros indignos que osasen entrar el el palacio. Solo callaría si el caballero en cuestión superase a Apolidón en fortaleza e hidalguía. Si fuera mujer, debería superar en hermosura a Grimanesa.
Luego partieron dejando a un gobernador al cuidado de la isla.

2 comentarios:

  1. Grimanesa es la hermana del emperador, no la hija.
    Un saludo.

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  2. Tienes razón, Buke. Corrijo el gazapo ipso-facto.
    Agradezco mucho que enmendeis los errores que haya podido cometer.
    Gracias.

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