viernes, 6 de noviembre de 2009

Libro II, Capítulo 51

En la Peña Pobre, Beltenebros conversa con el ermitaño. Le cuenta sus pesadillas y el viejo las interpreta. Intenta consolarlo, pero Beltenebros persiste en su idea de penar en la isla de por vida. De tanto en tanto, Beltenebros va a pescar a una ribera cercana acompañado por dos mozos, sobrinos del ermitaño.
Una noche que estaba penando bajo los árboles, Beltenebros oye tañer unos instrumentos. Se acerca y descubre que son doncellas. Ellas le piden cobijo para su señora. Beltenebros les ofrece su propia casa. Llega la señora que se arroja llorando sobre la cama. Las doncellas le explican que se trata de Corisanda, la reina de la ínsula de Gravisán y pena por el amor de Florestán, hijo de la Condesa de Selandia y hermano de Amadís. Éste no desvela su identidad, se prersenta como Beltenebros aunque les dice que conoce a Florestán. Al enterarse, Corisanda habla con él para que le de nuevas sobre su amado. Corisanda y su séquito se quedan cinco días en la isla y luego continúan viaje hacia Londres, en busca de Florestán. En Londres se reune con la reina que le explica que su amado está buscando a su hermano Amadís y hasta que no lo encuentre no retornará a Londres. Corisanda le relata su estancia en la Peña Pobre y su encuentro con el caballero que en ella pena. Las doncellas de Corisanda cantan para la reina y Mabilia una canción compuesta por Beltenebros para expresar su tristeza. Tras escucharlas, Mabilia interroga a las doncellas sobre ese misterioso caballero. Ellas se lo describen minuciosamente y Mabilia se da cuenta que se trata de Amadís. Con prontitud, le cuenta a Oriana su descubrimiento. Deciden enviar a la Doncella de Dinamarca para confirmarlo en cuanto vuelva de su viaje a Escocia.

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