miércoles, 23 de junio de 2010

Libro IV, Capítulo 95 (3 de 3)

Mientras cabalgan por las calles de la villa, ven venir a Esplandián y a Ambor, el hijo de Angriote. Esplandián lleva un gavilán y monta un rico palafrén regalo de la reina Brisena. Cuando llegan ante los caballeros de la Ínsula Firme, les saludan cortésmente. Brian pregunta por el joven. Grumedán le dice que se llama Esplandián y que Urganda la Desconocida ha profetizado grandes cosas sobre él. Cuadragante ya tenía noticias del doncel. Le pide a Grumedán que lo llame para hablar con él. Grumedán le llama y le presenta a los caballeros como compañeros del Caballero Griego. Esplandián expresa su deseo de saber noticias del Caballero Griego. Cuadragante le dice que pronto lo van a ver y que su verdadero nombre es Amadís. "¿El famoso Amadís?", pregunta Esplandián. "El mismo", responde Cuadragante. Esplandián elogia el valor, la nobleza y la cortesía de Amadís, el Caballero Griego. Los caballeros insulofirmeños se despiden del joven, recomendándole que crezca en nobleza y bondad. Grumedán se despide de ellos y retorna a la villa con Esplandián. Brian y Cuadragante embarcan y vuelven a la Ínsula Firme.

lunes, 21 de junio de 2010

Libro IV, Capítulo 95 (2 de 3)

Cuadragante y Brian salen de la nave ricamente ataviados y con sus mejores armas. Tardan tres días en llegar ante Lisuarte. La gente los ve pasar y los maldicen por haber traicionado al rey Lisuarte. Sin embargo, otros más sabedores del asunto, culpan al rey por haberse dejado aconsejar por hombres envidiosos y malvados. Llegan a la corte, se presentan ante el rey y lo saludan con cortesía. Lisuarte les recibe con amabilidad. Cuadragante le elogia por permitir su visita. Le cuenta que viene enviado por Amadís y los caballeros insulofirmeños. Le reprocha que haya desheredado a su hija mayor y se la haya entregado a los romanos. Los caballeros de la Ínsula Firme decidieron rescatar a la princesa. De ahí, el asalto y posterior derrota de la flota romana. Oriana y sus doncellas están en la Ínsula Firme donde han sido acogidas con la mayor hospitalidad, reverencia y devoción. Le pide al rey que restituya a su hija en sus derechos al trono y que perdone a los caballeros de la Ínsula Firme.
El rey responde con dureza: no hay gloria en asaltar a unos romanos que viajaban sin recelo ni especial defensa. Los caballeros de la Ínsula Firme no son quienes para rectificar una decisión que ha tomado un rey cuya autoridad proviene directamente de Dios.
Brian responde que solo han de responder por sus actos ante su propia honra y ante Dios.
Se despiden del rey y salen. Grumedán les acompaña hasta las puertas de la villa. Grumedán les dice que confiaba en la reconciliación de Lisuarte con los caballeros insulofirmeños, pues conoce la nobleza y discreción de ambas partes. Pero ahora, tras la entrevista, cree que esa reconciliación está más lejos que nunca. Les pregunta por Amadís, cómo se encuentra y que ha sido de su vida...
Brian dice que Lisuarte ha cometido una gran injusticia con su hija y que los caballeros de la Ínsula Firme solo han querido repararla. Y si el rey no se aviene a razones, se va a meter en un conflicto del que va a salir malparado. Le desvela que el Caballero Griego era en realidad Amadís, con gran sorpresa de Grumedán. Les pregunta por los dos caballeros que le cedió el Griego para que le ayudaran en su disputa contra los romanos. Brian responde riendo que eran Angriote y Bruneo. Grumedán entiende que la fácil victoria obtenida se debe a la gran calidad de los dos caballeros que le flanqueaban. Cuadragante afirma que Grumedán se hubiera bastado solo para acabar con los romanos. Grumedán expresa sus simpatías por los caballeros insulofirmeños y que está dispuesto a favorecer una solución al conflicto.

viernes, 18 de junio de 2010

Libro IV, Capítulo 95 (1 de 3)

Carta de Oriana a su madre: Le habla de cuán desgraciada se sintió por cumplir los deseos de su padre, tanto que deseó la muerte. Le cuenta como fue liberada por los caballeros de la Ínsula Firme y de lo honestamente que ha sido acogida en la isla. Le escribe que varios caballeros de la Ínsula Firme se dirigen hacia la corte de Lisuarte en misión diplomática. Oriana le pide a su madre que interceda por ellos ante su padre.
La reina Brisena decide hablar con su marido y enviar una respuesta con el resultado de sus gestiones por medio de Durín. Lisuarte visita a su esposa en sus aposentos. Brisena se arroja a sus pies, hincada de rodillas, y llorando le muestra la carta de su hija. Tras leerla, Lisuarte le dice que recibirá a la delegación insulofirmeña y escuchará sus razones. Brisena envía un mensaje por medio de Durín: hasta que los caballeros de la Ínsula Firme no lleguen ante Lisuarte no sabrán por qué derroteros irá, si habrá o no concordia. Mientras tanto, le implora a su hija que se comporte como la princesa real que es. Durín regresa a la Ínsula Firme sin noticias halagüeñas.
Una mañana, Lisuarte, tras oír la misa matutina acompañado de sus ricoshombres, recibe la visita de un escudero que trae una carta credencial que entrega al rey. Lisuarte le pregunta quien es su amo. El escudero responde que son Cuadragante y Brian de Monjaste, que han llegado desde la Ínsula Firme por mandato de Amadís. Desean saber si serán recibidos por el rey. Tras meditarlo unos minutos, Lisuarte le responde que la delegación insulofirmeña será recibida y escuchadas sus alegaciones. El mensajero vuelve a su nave con la repuesta real.

domingo, 13 de junio de 2010

Libro IV, Capítulo 94

Retrocedemos en el tiempo y vemos que ha ocurrido con Lisuarte: El rey acompaña a su hija hasta los barcos romanos. Oriana está triste y Lisuarte intenta consolarla aunque se mantiene firme en su decisión. Se la encomienda a Salustanquidio y Brojandel y vuelve a su palacio. Allí reina la melancolía: nadie por los pasillos, ni damas ni caballeros. Brandoibás le dice que la reina está llorando en sus aposentos. El rey va en su busca. Cuando Brisena lo ve llegar, se desmaya de la emoción y el disgusto. El rey la coge en brazos y la reanima, aunque luego le reprocha su tristeza, ya que ha convertido a su hija en una de las mujeres más eminentes del mundo.
El rey camina por el palacio. No encuentra a nadie salvo a Arbán y Grumedán, tristes por la marcha de Oriana. El rey, en el fondo acongojado, decide preparar una cacería que le alivie de la melancolía. Al día siguiente se dispone a salir con Arbán cuando se tropieza con algunos romanos supervivientes de la Batalla naval contra la Ínsula Firme que acaban de llegar a la costa. Lisuarte expresa sus condolencias por la muerte de Salustanquidio y se ofrece a ayudarles a liberar a sus compañeros prisioneros y vengar la afrenta. Los manda a la villa junto a la reina pero les pide que no revelen las malas nuevas. Luego, continúa con su cacería durante tres días más. Regresa con la cara alegre pero con el corazón compungido. Visita a su esposa que lo recibe de buena cara. Lisuarte le cuenta como Amadís ha derrotado a los romanos, ha destruido la flota romana y se ha apoderado de Oriana. Lisuarte le dice que está obligado a tomar represalias.
La reina intenta atemperar: ya que su hija había sido entregada en custodia a los romanos, son éstos quienes deben tomar la iniciativa en la venganza. Pero Lisuarte mantiene su decisión y se va. Se reune con Arbán, Grumedán y Guilán. Les cuenta lo sucedido y les pide consejo. Durante varios días medita lo que va a hacer.
La reina recibe la visita de Durín, el hermano de la Doncella de Dinamarca, recién llegado de la Ínsula Firme. Trae una carta de Oriana que le anticipa la llegada de Brian y Cuadragante, y le pide a su madre que interceda ante el rey para que los reciba favorablemente. La reina lee la carta y llora desconsolada.

viernes, 11 de junio de 2010

Libro IV, Capítulo 93

Llegan los caballeros y se reparten entre las damas. Amadís dispone que Brian y Cuadragante vayan con Oriana, él mismo con Mabilia, Agrajes con Olinda, Florestán con la reina Sardamira, Bruneo y Angriote con Grasinda,...y el resto de caballeros con el resto de las damas. Todos conversan largamente.
Mabilia le dice a Amadís que haga venir a Gandalín: quiere darle unas últimas instrucciones y más mensajes para Perión, su madre y su hermano. Cuando Gandalín acaba con Mabilia, Amadís lo envía junto a Oriana. Ella también tiene mensajes que quiere que le lleve el escudero.
Oriana acerca a Brian al resto de las damas. Se guasea amablemente de él, pero Brian aguanta la broma con donosura.
Por fin, en un aparte, Oriana y Amadís se encuentran y hablan de su amor y de sus deseos. Luego, Oriana lo envía junto a Mabilia. Ésta le desvela el embarazo, el parto, el extravío y crianza de Esplandián, su hijo, que vive ahora en la corte de Lisuarte. Amadís ya tenía referencias de Esplandián gracias a Angriote. Al conocer que se trata de su hijo, se alegra enormemente. Habla con largeza con Mabilia.
Gandalín, por fin, parte para la Gaula.
Damas y caballeros quedan en la Ínsula Firme, solazándose con los ingenios y maravillas creados por Apolidón y que salpican la isla.
El siguiente capítulo habla de Lisuarte, de todo lo que le acaeció durante todo este tiempo.

jueves, 10 de junio de 2010

Libro IV, Capítulo 92

Gandalín, antes de partir a la Gaula, visita a Mabilia por indicación de Amadís. Ella lo recibe en presencia de Oriana. Le dan cartas para Perión, la reina, Melicia,... Gandalín vuelve con Amadís por indicación de Oriana. Amadís lo envía a Agrajes. Agrajes lo vuelve a enviar junto a las damas...
Después de tanta ida y venida (con un Gandalín, suponemos que mareado y hasta las narices) , Agrajes decide animar a Oriana, supuestamente melancólica, y organiza una visita de los caballeros más bizarros y apuestos de la Ínsula Firme a la Torre de las Damas.

Libro IV, Capítulo 91

Amadís envía a Ysanjo, caballero muy honrado de la Ínsula Firme, a Bohemia, con una carta para el rey Tafinor, pidiendo ayuda para su causa.

Libro IV, Capítulo 90

Cuadragante habla con Landín, su sobrino. Lo envía a Irlanda para que hable con la reina, también sobrina de Cuadragante, a espaldas del rey Cildarán (fiel aliado de Lisuarte). Le pide ayuda para formar una flota que esté preparada para ayudar a los de la Ínsula Firme.
Bruneo de Bonamar envía a su escudero Lasindo en busca de su padre, el marqués, y de su hermano Branfil, para que vayan reclutando soldados para formar un ejercito. Bruneo lo hace con gusto para ayudar a Amadís, pero más aún por complacer a Melicia, su amada.

Libro IV, Capítulo 89

Amadís se reune con Tantales, mayordomo de Briolanja. Le pide que vaya a reunirse con su señora y que le pida que se prepare para enviarles ayuda si la necesitaren. Tantales parte presto.
Amadís envía a Gandalín a la Gaula con mensajes para sus padre. A su padre, Perión, le pide que prepare ayuda por si la necesitara. A su madre le pide que permita a Melicia acudir a la Ínsula Firme para que acompañe a Oriana.
Agrajes envía a Gandales a Escocia para solicitar auxilio a su padre, el rey.

Libro IV, Capítulo 88

Amadís visita a Grasinda en sus aposentos. Le pregunta si tiene deseos de volver a su tierra. Ella responde que va a enviar a Helisabad para que prepare una flota que esté siempre presta para acudir en ayuda de Amadís. Por su parte, ella prefiere quedarse en la Ínsula Firme y acompañar a Oriana y a las demás damas. Amadís la abraza emocionado y le pide a Helisabad que lleve una carta suya para el Emperador de Constantinopla que, como antiguo rival del Emperador romano, no dudará en enviarle ayuda militar.
Amadís habla con Don Gandales y Oriana. Les dice la voluntad de Grasinda. Oriana acepta su ofrecimiento gustosa.
Amadís escribe la carta para el Emperador de Constantinopla: le dice que ha llegado el momento de cumplir la promesa de ayuda que le brindó antaño.
Helisabad, carta en mano, embarca y parte hacia Constantinopla.

martes, 8 de junio de 2010

Libro IV, Capítulo 87

¿Por qué tantos y tan dispuestos se ofrecían a Oriana? ¿Por las mercedes de ella recibidas?¿Porque conocían sus amores con Amadís? No, porque todavía no había alcanzado un status tan alto que le permitiera conceder mercedes y sus amores con Amadís se mantenían en total secreto. Era porque su templanza, cortesía y humildad habían cautivados sus voluntades. Porque los grandes que son altivos y desdeñosos son desamados por sus inferiores.
[...]
Oriana habla con Agrajes. Le expresa su confianza en él y cuanto le agradece a su padre que la hubiera acogido en su infancia y por concederle a Mabilia como fiel compañera. Le pide a Agrajes que interceda ante su padre para lograr que desaparezcan las desavenencias con Amadís. Agrajes le contesta que a pesar de los servicios prestados a Lisuarte, no le perdona su falta de agradecimiento tras el asunto de la isla Mongaza, arrebatada por Lisuarte a su tío Galvanes.
[...]
Se reunen con el resto del grupo. Agrajes no le quita ojo a Olinda.
[...]
Se envían embajadores al rey Lisuarte: Cuadragante y Bruneo.

martes, 1 de junio de 2010

Libro IV, Capítulo 86

Los caballeros están de acuerdo con la proposición de Cuadragante. Así, Amadís pedirá ayuda a su padre, el rey Perión, si la necesitara. Agrajes, a su padre, el rey de Escocia. Bruneo, a su padre, el marqués, y a su hermano Branfil. Y así sucesivamente...
Cuadragante envía a su sobrino Landín a Irlanda para visitar a la reina. Aunque el rey Cildarán, su marido, está obligado a acudir en defensa del rey Lisuarte, ella les favorecerá a ellos.
Llega un caballero armado a las puertas de castillo acompañado de varios escuderos. Es Brian de Mojaste, hijo de Ladasán, rey de España. Brian es muy apreciado por el resto de caballeros por su lealtad y amistad inquebrantables. Brian abraza con emoción a su primo Amadís (la madre de Brian es hermana de Perión) y le dice que en su busca viene. Los caballeros agasajan a Brian y Agrajes le pone al día sobre la disputa con Lisuarte y la custodia de Oriana. Brian aprueba la acción pero pide audiencia a Oriana para ponerse a su servicio. Cuando la ve, le cuenta que regresó a España tras la Guerra de los Siete Reyes para ayudar a su padre en su lucha contra los moros. Allí se enteró de la desaparición de Amadís y había vuelto para encontrarlo. El primer sitio donde miró fue la Ínsula Firme, isla ganada por Amadís, con la suerte de encontrarlo a las primeras de cambio. Brian se ofrece a servir a Oriana y ésta se lo agradece.