jueves, 19 de noviembre de 2009

Libro II, Capítulo 55

Amadís se recupera rápido en casa de las monjas. Envía a Enil al pueblo cercano para que le consiga nueva armas. Llega Durín en busca de unas joyas olvidadas por la Doncella de Dinamarca y le anuncia la noticia del inminente combate entre Lisuarte y Cildadán y del desafío de Famongomadán. Esto último llena de ira a Amadís. Durín regresa a Miraflores. Amadís, ya armado, emprende el camino acompañado de Enil. Por la noche se cobijan en la casa de un anciano caballero. Reemprenden la marcha al día siguiente. Amadís lleva siempre la cara cubierta por el yelmo para impedir que lo reconozcan. Ocho días después se encuentran con un caballero que se interpone en su camino. Amadís reconoce el escudo, pues era uno de los expuestos en la cámara defendida de la Ínsula Firme: es Don Cuadragante, que le pregunta si es un caballero de Lisuarte y se declara enemigo de todos ellos. Amadís se presenta como Beltenebros, caballero no vasallo de Lisuarte pero simpatizante del rey. Luchan. Beltenebros resulta herido en un pectoral, y Cuadragante en el costado y cae a tierra. Se levanta y hiere al caballo de Amadís y lo hace caer. Siguen la lucha a pie, con espadas, durante varias horas. Al final, tras un certero golpe de Beltenebros, Cuadragante cae desvanecido. Amadís le arranca la promesa al vencido de que acudirá a la corte del rey Lisuarte a retirar su desafío y que perdonará a Amadís por la muerte de Abiés.
Beltenebros sobre el caballo de Cuadragante y Enil continúan viaje. Se topan con cuatro doncellas que han contemplado el combate. La más principal le convida a descansar y curar de sus heridas en su castillo. Pasan tres días antes de seguir su camino. Por la noche se alojan en casa de un hombre bueno y al día siguiente llegan a los alrededores de Londres. Se encuentran a un grupo de caballeros y doncellas que han acampado cerca de un río. Los caballeros están justando e invitan a Amadís a unirse a ellos. Beltenebros declina la oferta y los otros le llaman cobarde. Siguen su camino para encontrar un vado por donde cruzar. En ese momento les alcanza una de las doncellas. Les dice que la envía Leonoreta, la hija del rey Lisuarte, que le pide que luche por ella. Beltenebros accede y regresan con el grupo. En el primer encuentro Amadís derriba al caballero en el primer encuentro y lo deja tendido con la cadera y tres costillas rotas. Luego derriba fácilmente al segundo y tercer caballero. Al cuarto le rompe escudo y brazo. Al quinto, Corazón el de la Puente Medrosa, uno de los mejores justadores del momento, lo derriba en el segundo encontronazo. Beltenebros recoge los caballos de los vencidos, que ahora son suyos y se los envía a Leonoreta. Los caballeros vencidos ( Nicorán, Galiceo, Giontés el sobrino del rey, Lasamor el de la cadera rota y Corazón) reconocen que se trata de un gran caballero solo comparable a Amadís. Beltenebros continúa la marcha y se encuentra con tres doncellas descansando junto a una fuente. Le dicen que van camino de Miraflores a visitar a su tía, la abadesa del convento, y a Oriana, la hija del rey. Beltenebros se ofrece para escoltarlas. Amadís envía a Enil a Londres para que hable con Gandalín. Acuerda reencontrase con él en cuanto vuelva de sus gestiones en Londres junto a esa fuente, la de los tres caños.
Aparece un carro tirado por doce caballos y guiado por dos enanos, lleno de caballeros prisioneros y cargados de cadenas y de doncellas que gritan asustadas. Dos gigantes fuertemente armados custodian el carro. Amadís reconoce a uno de ellos: es Famongomadán. Las tres doncellas se esconden asustadas. Este Famongomadán tiene por costumbre degollar doncellas en honor a un ídolo que tiene en su isla del Lago Ferviente. Beltenebros reconoce entre los prisioneros a Leonoreta y a los caballeros y doncellas que la acompañaban. A pesar de su cansancio decide enfrentarse a los gigantes. Se lanza contra Famongomadán y le clava la lanza en la barriga y lo atraviesa. El gigante tiene tiempo de lanzarle un venablo que mata a su caballo. Antes de morir pide auxilio al otro gigante, Bagasante, su hijo. Éste se lanza sobre Amadís blandiendo un hacha. Beltenebros lo esquiva y le hiere en la pierna con su espada. En un segundo encuentro, Bagasante le clava el hacha en el escudo y Amadís logra herirle en el brazo pero su espada se rompe en el envite. Beltenebros desclava el hacha de su escudo y el gigante desenfunda su espada. En el tercer encuentro, Amadís le rompe el yelmo de un hachazo y Bagasante le corta la coronilla del casco sin llegar a herirle, aunque su espada queda rota. Beltenebros aprovecha para hendir el hacha en la cabeza del gigante llevándose una oreja y media quijada. El gigante le hiere en la pierna con la media espada que le queda antes de caer mortalmente herido. Agoniza en el suelo y Amadís lo remata. Se pone el yelmo de Basagante y monta en el caballo del gigante. Se acerca al carro y libera a doncellas y caballeros. Les pide que lleven los restos de los gigantes ante el rey de parte de Beltenebros, caballero que quiere estar a su servicio.
La comitiva llega a Londres y coincide con la arribada de Cuadragante. Lisuarte se maravilla de tan esforzado y desconocido caballero.

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